Xavi Calvo: Diseñar una ciudad
©FURIOSOstudio, ©Paula G. Furió. Todos las imágenes y textos publicados en esta web están sujetos a los derechos de autor y no pueden ser utilizados sin autorización.
Corría el año 2000, se inauguraba un nuevo milenio y el diseñador Xavi Calvo lo hizo a lo grande: “Yo empecé estudiando la carrera medicina en Lleida. La empecé sin vocación, solo porque mi padre era médico. En el segundo año ya me la había dejado. Por aquel entonces, internet estaba en sus albores, yo hacía webs y tenía una página que se llamaba La bella y la bestia sobre Santiago Segura y Penélope Cruz. Un día subí un fotomontaje muy lamentable de Segura besando a Cruz. El mismo día que estaba recogiendo mis trastos de Lleida para volver a Valencia, recibo un mail de un tipo haciéndose pasar por Santiago Segura diciendo que le había hecho mucha gracia ese montaje; yo le respondí tomándomelo a cachondeo y cuando llevábamos ya dos o tres mails me manda unas fotos y, efectivamente, era Santiago Segura de verdad. Estaba preparando la producción de Torrente 2 y me dijo si quería echarle una mano en la peli. Ahí empecé a trabajar en producción, en la web, el atrezzo,etc.” Así que la vida de Xavi Calvo, cofundador del Estudio Menta en Valencia, dio un vuelco radical el día que recibió una llamada del director de cine Santiago Segura. Y es que uno no sabe bien en qué misterioso momento su vida puede cambiar.
Las casualidades en la vida de Xavi son variadas y todas suelen tener un final feliz. El diseñador nos cuenta -con una sonrisa perenne y unos ojos azules que hablan por sí solos- que su vida dio otro vuelco gracias a una fotografía de Flickr. Calvo estaba de prácticas en la agencia de comunicación Efectiva mientras acababa la carrera y el máster. Un día subió una foto de uno de esos hermosos suelos hidráulicos tan característicos de Valencia. Entonces, una tal 'Mara Malota' le respondió: “¡Anda, mira! Como en mi estudio!”. Xavi descubrió que esa otra agencia estaba en la siguiente calle. “Una compañera suya de carrera, Elisa Gómez, actualmente socia mía, era pareja de Raül Climent que tenía otro estudio en la calle Conde Altea 16. A partir de ese momento nos juntamos, montamos el Estudio Menta e hicimos piña”.
Y como no hay dos sin tres, hay una tercera coincidencia que encaminó el destino de Xavi Calvo hacia su actual profesión: “Yo veraneaba en Picassent, en la urbanización Sierra Mar y uno de los vecinos era Pepe (José García) de CuldeSac. Yo nunca había entendido a qué se dedicaba. Si no estás en ello, no sabes explicar muy bien qué es el diseño editorial, disciplina que en ese momento estaba creando CuldeSac”. Después de aquella conversación con el cofundador de la que es, probablemente, la agencia y consultoría creativa, conceptual y estratégica más importante de Valencia, Xavi comenzó a cursar en la universidad CEU San Pablo la carrera de diseño industrial y el máster de especificación de diseño gráfico. “Entonces me di cuenta de que esa era la vocación que no tenía en medicina”.
Lo cierto es que no es recomendable encontrar la vocación por casualidad. Puede suceder que un día no estés atento y pase por delante de tus narices. Pero todavía es más duro que te obliguen a elegir tu futuro cuando apenas eres un niño: “Es que es un idiota de 17 años el que está eligiendo tu futuro por ti. Admiro y envidio a esos países en los que hay un año sabático para que te ocurran cosas y entonces decidas qué quieres hacer”, comenta el diseñador.
Xavi saborea su tostada en el desayuno que hemos improvisado en Federal Café, uno de los locales de Valencia de reciente apertura cuya restauración es muy apreciada por el diseñador. “En los años 30 Valencia debía ser un sitio cool. Ahora hay una franquicia en cada esquina. Yo creo que mantener la esencia de locales es fundamental. No puede ser que cuando un comercio histórico cierra, quien se lo quede tire todo, ponga pladur blanco y ya está. Hay un término medio que es restaurar las cosas”.
Mientras charlamos con Xavi no son pocas los parroquianos que se acercan a saludarle. Una de las cosas más interesantes y entrañables de Valencia es el carácter solidario que se respira en el gremio de diseñadores.
-Pensando en diseñadores, ilustradores, fotógrafos... la verdad es que somos muy piña. Es muy raro cuando hablas con otras comunidades en España porque allí son gremios que son competencia. Van a cuchillo como en otras profesiones.
-¿Cuál crees que es la razón?
-Yo creo que viene de los años 80 cuando los diseñadores se organizan, se crea la asociación de diseñadores y gente como Dani Nebot o Paco Roca empiezan a vivir su profesión como algo cultural y de amigos.
Valencia ha sido históricamente cuna de cartelistas, artistas gráficos e imprentas. Éstas últimas siempre han atraído a diseñadores que es, por cierto, una de esas profesiones a la que hace poco se le puso nombre pero que también antes existía. Si en Barcelona ha habido siempre mucho diseño cultural o en el País Vasco una gran tradición de diseño industrial, en ciudades como Madrid eso no ha ocurrido. Y quizás, nuevamente, la clave sea la medida perfecta que tiene Valencia, ni muy grande ni muy pequeña:
-Hemos mantenido los pequeños estudios, la fórmula taller que choca mucho con clientes que vienen de fuera y ven que somos estudios pequeños. Os recomiendo ver un documental titulado Cuarto creciente que realizamos en Estudio Menta en 2011 para celebrar los 25 años de diseño en la Comunidad Valenciana. Habla mucho de esa solidaridad entre nosotros.
-¿Son esas las claves, entonces? ¿El tamaño, la solidaridad y la tradición?
-Sí, sobre todo la tradición. En Valencia siempre ha habido mucho 'artistilla'. Con la música, por ejemplo, tenemos las fábricas punteras de instrumentos. Con bandas en cada pueblo pero con poca posibilidad de tocar por las calles, que es una contradicción...
-Pero eso es muy valenciano, ¿no?
-Sí, sí. Nos valoramos poco, es el 'meninfotisme' que nos caracteriza y que junto a 'desfici' es la gran palabra en valenciano. Luego llegan las fallas que lo unen todo: lo de quemar algo que has construido durante todo un año es algo muy nuestro, algo bueno y malo a la vez, pero lo hacemos a menudo. No tener plan a largo plazo.
Imaginamos que cuando Xavi Calvo camina por Valencia lo hace mirando hacia arriba. Una de sus debilidades son los pocos rótulos antiguos que se conservan en la ciudad. La ignorancia e insensibilidad de algunos ciudadanos y nuevos empresarios que desprecian esos trocitos de memoria valenciana en forma de diseño es una de los motivos por los que este hombre, de apariencia tranquila y afable, más se enfurece: “Cuando vi, por ejemplo, el rótulo de los Jabones Catalá en Plaza de España en los contenedores me enfadé tantísimo... por eso me gusta mucho el proyecto de Juan Nava, Letras Recuperadas”.
Es cierto que el modo más fácil de no ver algo consiste en verlo demasiadas veces, tantas que se convierte en invisible. El interés tipográfico, por ejemplo, de los rótulos de Refugio en el Barrio del Carmen no se ha recuperado hasta la llegada de Gloria Tello a la Concejalía de Cultura: “Llevan 15 años cayéndose y ahora, por fin, se están rehabilitando. Son refugios antiaéreos de la Guerra Civil que son un elemento icónico de nuestra ciudad. En cualquier otra parte del mundo los tendrían protegidos al máximo. Ese estilo decó de los rótulos definió el diseño gráfico del momento. Por eso los diseñadores tenemos tanto cariño al refugio”. Y es que esos rótulos, carteles, suelos, pilares o fachadas son las huellas, las arrugas de una ciudad que se ha ido transformando hasta esta Valencia moderna que, según The Guardian, es uno de los 40 mejores destinos turísticos para 2018. El único español, por cierto.
Una Valencia que Xavi Calvo recorre con los medios de locomoción más sostenibles: Valenbisi (bicicletas), Muving (motos eléctricas) o Cabify (vehículos con conductores privados).
-¿Qué ciudades te gustan además de Valencia?
-Siempre me ha gustado Barcelona porque tenia familia allí y es una ciudad luminosa y abierta al mar. Antes no me gustaba Madrid porque la veía oscura pero en los últimos diez años o Madrid o yo hemos tenido evolución porque ahora me gusta mucho. También grandes ciudades como Nueva York. Mi vida son topicazos. Soy muy urbanita y comercial.
En el año 2008 Xavi inició su propia aventura junto a Elisa Gómez y Raül Climent. Estudio Menta es uno de los estudios de diseño y comunicación especializados en identidad global más interesantes de la ciudad. Eligieron 'Menta' por su sonoridad pero también por el concepto de innovación y frescura que querían transmitir. Desde ese taller-estudio han elaborado trabajos para la ciudad como el cartel del 9 octubre de 2016 para el Ajuntament de València; la marca conmemorativa de los 30 años de ferrocarriles de la Generalitat; la campaña de bolsas «Un xicotet comerç, una gran ciutat»; los catálogos para el MuVim o La Nau; la campaña de huertos de la Asociación de Vecinos de Benimaclet o el trabajo reciente para proyectos como La Cabina o la Valencia Disseny Week.
-¿Qué es lo que más te atrae del proceso de trabajo de cada uno de estos proyectos?
-Lo que más me gusta es el 'storytelling' que hay detrás, es decir, el trabajo anterior que nunca se acaba de entender. Hay que definirlo bien para el resto salga solo. El trabajo de indagación más conceptual es el más interesante.
-¿Para Menta es muy importante la tipografía, no?
-Sí, en Menta utilizamos tipografía porque trabajamos mucho con copys. Creemos que las identidades o marcas deben transmitirse verbalmente. Nos gusta mucho ese trabajo de generar la esencia de algo en apenas unas palabras.
-¿Y cuál es tu trabajo, tu encargo soñado?
-Además de crear una normativa para proteger los rótulos antiguos de la ciudad, lo que me encantaría es rediseñar la identidad corporativa del Ajuntament de València. No hay una relato de Valencia o de la comunidad. Vamos a construirlo y pensar qué hay que explicar. Es un poco parecido a lo que estáis haciendo vosotras en Desfici. Si solo se hace un logo nuevo sin todo este relato previo no tendrá sentido. Lo que le falta son buenas políticas de diseño y crear esa marca de Valencia. Así se hacía antes.
-¿A cuándo te refieres?
-A los años 30, por ejemplo. Tú ves hace 80 años cuando se hacían carteles de fallas y se interpretaban los escudos de la ciudad. Hay uno del año 1932 que es un escudo girado, tipo dibujo vectorial y es más moderno que cualquier cosa que se puede hacer institucionalmente hoy en día en cualquier ciudad del mundo.
-Pero para eso es necesario un manual de aplicación.
-Claro. Es que el escudo de Valencia ha sido pisoteado, distorsionado, se han creado configuraciones que no existían. Ha sido un desastre. Yo me enteré de que antes había un manual que se metió en el cajón porque era del anterior gobierno y no interesaba. Hay un asignatura pendiente con esto. Deseducar a la gente, no enseñar, ocultar poetas o pintores que no interesaban para ensalzar a otros es un enorme error que hemos sufrido en Valencia durante mucho tiempo.
Notamos a Xavi exaltado. Podemos percibir de qué modo le afecta una ciudad en la que habita, educa a su pequeña hija Mercedes y por la que trabaja desde un estudio de diseño que quiere explicar la historia y el presente de una Valencia en efervescencia. Los cafés se nos han acabado y en los platos ya solo quedan las migas del pan. Detrás del cristal vemos que el sol ha salido por fin. Le pedimos que nos diga un sitio especial para él de esta ciudad que tanto y tan bien ha contado. Hacia allí nos encaminamos:
-A mí el sitio que más me gusta de Valencia es este banco del Jardín del Parterre en el que hinqué mi rodilla, como un caballero, y le pedí matrimonio a mi mujer. Yo sabía que este jardín era importante para ella. Y también es un símbolo de la ciudad. En realidad, ya estábamos medio prometidos porque desde que nos conocimos yo sabía que era ella y se lo pedí y lo teníamos asumido. Pero aquel día le invité a cenar aquí cerquita y se lo pedí.
Tiempo después nació Mercedes, una hija de la que Xavi nos muestra fotografías en su teléfono móvil. Se le cae la baba. Literalmente. Y lo sabe. Sabe que con un bebé, el tiempo cambia de significado. Creemos que esto le gusta bastante porque hace tiempo que no veíamos a un tipo tan feliz andando por la calle un sábado cualquiera.