Jorge López: ser un testigo del presente

©FURIOSOstudio, ©Paula G. Furió. Todos las imágenes y textos publicados en esta web están sujetos a los derechos de autor y no pueden ser utilizados sin autorización.

Aún en plena mudanza a un nuevo espacio, preparando su stand en ARCO, con el maletero de su coche cargado de obras y a punto de salir de viaje para visitar a uno de sus artistas, Jorge López (San Juan, Argentina, 1975) me abrió las puertas de su galería con una gran sonrisa. Por supuesto, hablamos de la figura del galerista, de comunicación, pensamiento y emociones en torno al arte contemporáneo. La charla con él fue, como dicen allá, prolija, ordenada, impecable. También podría decirse que fue prolija a la manera de aquí, dilatada y esmerada. Las palabras, como el arte, son un testigo del presente y nos explican el mundo.

PAULA: Qué alegría estar aquí en la ‘trastienda’ de tu galería rodeada de tantas obras. Cuando pensamos en arte, creo que todos nos imaginamos a pintores, escultores, directores de cine… ¿Por qué elegiste o qué te llevó a ser galerista?

JORGE: He trabajado durante mucho tiempo en el sector del arte, en museos, galerías, instituciones e incluso durante un periodo bastante largo como artista profesional, también trabajando con galerías internacionales y nacionales. Entonces, cuando era artista profesional veía cosas que me faltaban del lado de las galerías y después como gestor, también veía que faltaba apoyo entre los artistas y la galería. De alguna manera lo que estamos construyendo aquí es un sistema donde la galería y el artista están implicados continuamente y trabajan en conjunto. 

PAULA: Claro, porque tradicionalmente son trabajos muy diferenciados el de artista y el de galerista, ¿cierto?

JORGE: Exacto. Aquí no trabaja el artista por un lado y la galería mira, modifica, elige y comercializa, sino que el artista y el galerista trabajan juntos, cada uno en una parte. El artista trabaja, sobre todo en toda la fase de investigación, creación y ejecución de la obra y la galería busca estrategias de introducción al mercado, visibilización, promoción y estudia si es necesario solicitar ayudas institucionales, de fundaciones o de coleccionistas privados. Todo con el fin de que la obra sea la que salga beneficiada. 

PAULA: Podríamos decir que hacéis un trabajo de mentoría y gestión del talento. 

JORGE: Hemos tenido que construir en la galería una serie de pilares. El más importante son los artistas. O sea, una galería sin artistas no es nada. Entonces, la relación de la galería con el artista es fundamental. Y la relación no es solamente una relación comercial, es también una relación emocional, porque estamos trabajando con valores intangibles. Estamos trabajando continuamente con emociones, lo que repercute directamente sobre la obra, entonces, al final, también se generan relaciones de amistad. 

PAULA: Tengo la sensación de que las galerías son espacios que nadie sabe muy bien cómo funcionan… (risas)

JORGE: La galería es un espacio de pensamiento. Es muy importante la comunicación de ese pensamiento para hacer que el espacio de pensamiento termine siendo rentable tanto para el artista como para nosotros. Porque si no se da la venta de la obra, ni el artista vive ni la galería sobrevive.

PAULA: Entonces es crucial eso que has llamado ‘comunicación el pensamiento’. ¿A qué te refieres?

JORGE: A la forma de presentar la obra que es fundamental. Nosotros no colgamos cuadros y nosotros no enseñamos obras, enseñamos proyectos. Nosotros no generamos acciones colectivas, generamos diálogos. Trabajamos siempre con el pensamiento y eso está relacionado con la generación de las programaciones que son conceptuales. Ese concepto anual es el que funciona como de rizoma para todas las para todas las exposiciones. Los conceptos son contemporáneos y están relacionados con el momento que estamos viviendo. Por ejemplo el de este año, que es nowtopías, que es básicamente la palabra now en inglés y utopías. Hacemos una especie de mix entre las palabras para generar nuevas utopías. 

PAULA: Eso me hace pensar en que estamos viviendo un cambio de paradigma y la incertidumbre es tal que casi no sabemos hacia dónde vamos, ¿no?

JORGE: Justamente eso. Este ha sido un pensamiento que ha venido después de la pandemia. Después de la pandemia realmente tenemos que generar unas nuevas formas de ver, desde el arte hasta todo. Estamos en el medio de cambios que tampoco sabemos muy bien a dónde van, pero por lo menos tenemos que pensar en ello, a dónde queremos ir. Entonces, con los artistas se plantea el concepto de nowtopía, donde claramente hablamos de creación. Las utopías no existen sin la creación de un imaginario del futuro. Y es básicamente lo que hacen todos los artistas. Entonces, una utopía, es un concepto que es real, es tangible y está, es actual. Cada una de las acciones que hemos programado este año cuenta ese concepto. 

PAULA: ¿Y después de una utopía, qué más hay? ¿Has decidido ya el concepto que estructurará el año próximo? 

JORGE: La próxima temporada, la del 23, será híbrids. Híbridos. Después de una pandemia, de la creación de utopías o de repensar el mundo y nuestro ecosistema, vienen las acciones híbridas donde se empiezan a mezclar conceptos, acciones y materiales. 

PAULA: Escuchándote y pensando en esa hibridación, se me ocurre la más evidente que es la de lo analógico con lo digital. ¿Es algo que tenéis presente a la hora de programar o sobre lo que reflexionan los artistas de la galería?

JORGE: La tecnología está por todas partes y ya vivimos en una sociedad digital. Al dedicarnos al arte contemporáneo, yo, que tengo 46 años, y Carmen, mi socia, que también tiene 46 y que viene del mundo del cine, nos estamos acostumbrando a trabajar con nativos digitales: gente que ha nacido en un momento en que ya existía Internet. Ya tienen otros tipos de lenguajes adentro de sí mismos e incluso también tienen otras otras conductas. Y tenemos que acostumbrarnos a ellos porque, si estamos trabajando en un futuro del arte como testigos del presente, el futuro de nuestra clientela también está relacionado con esta nueva forma de estar en el mundo. 

PAULA: Y hablando de tu clientela, ¿por qué esa idea generalizada de que las galerías de arte y el arte contemporáneo son muy elitistas?

JORGE: Nos ven como elitistas, nada que ver, no lo somos. Somos un espacio de pensamiento, no una élite. Aquí la gente puede venir a ver una exposición de manera gratuita siempre. Las galerías son espacios gratuitos donde generalmente se presenta antes lo que luego los museos legitiman. Tienes la posibilidad de ver a un gran artista en una galería (porque ya lo es antes de que sea legitimado por un museo) y luego lo ves en el museo, aunque en el museo vas y pagas. Entonces las galerías son los espacios de pensamiento más interesantes para sentir el pulso de la cultura contemporánea. Un testigo de lo que está sucediendo en tu época es una galería. 

JORGE: Mi teoría (risas) es que se tiene la idea de que el arte es para ricos. Al final, las únicas noticias que salen en los informativos son las ventas millonarias en Sotheby’s.

JORGE: Lo mismo pasa cuando alguien quiere comprar algo y me dice es que quiero invertir. Le digo ¿cómo vamos a hablar en arte de inversión? Es como es quitarle realmente la parte de la pasión y la parte más interesante que tiene el arte. Y no digo que no sea un buen elemento de inversión. Claro que lo es. Pero entonces estamos hablando de valores, estamos hablando de mercado, estamos hablando de especulación, estamos hablando de dinero, no estamos hablando de arte. Si hablamos de arte tenemos que hablar de pasión, pensamiento, dedicación… Tenemos que hablar de qué es lo que le pasaba a ese artista, de la investigación que está detrás de la obra. Esas son las cosas que a nosotros realmente nos interesan. Si quieres invertir. Claro que sí. Ahora, yo no soy mago. Yo te voy a dar una serie de claves y te voy a decir que el artista es bueno, que tiene todos los elementos para poder triunfar, que está haciendo un trabajo que es fundamental y que está incorporando cosas nuevas al sistema del arte contemporáneo. Todo eso sí que te lo puedo llegar a decir. Y todo es cierto. O sea, no es jugar a la lotería. Y encima tienes la posibilidad de que vas a disfrutar de las obras durante el tiempo que vivas con ellas. 

Un testigo de lo que está sucediendo en tu época es una galería
— JORGE LÓPEZ

PAULA: ¿Qué tipo de iniciativas se podrían tomar para que la gente tenga más sensibilidad por el arte y lo incorpore a su vida?

JORGE: A diferencia de cualquiera de las sociedades anteriores, la sociedad actual es en la que mayor cantidad de impactos visuales recibimos y, sin duda, en la que menor cultura visual tenemos. Entonces, no controlamos el efecto que generan las imágenes sobre nosotros ni tampoco sabemos leerlas. Lo primero que te diría es que haya una mayor responsabilidad y un mayor vinculación de la gente en visitar espacios donde se está hablando sobre comunicación visual y diseño. También que en la escuela, en vez de enseñar el arte como una acción manual o relacionada con la artesanía, se aborde como pensamiento.

PAULA: Claro, al final todo pasa por la educación, es el motor para que una sociedad evolucione. Con más cultura visual podríamos entender mejor, no solo las imágenes que nos bombardean constantemente, sino el arte, especialmente el contemporáneo.

JORGE: Y si la gente viene y puede leer las imágenes, vive una experiencia estética que, cuando se produce, no tiene vuelta atrás. Ese conocimiento ya se queda fijado. Es como si te abriera un mundo nuevo y ya no pudieras mirar las cosas de otra manera. 

PAULA: Justo esto lo hablábamos con Susana Lloret cuando fuimos a visitarla a Bombas Gens. En el diálogo entre la obra y el espectador es donde realmente está la clave. 

JORGE: Un artista contemporáneo lo mejor que puede llegar a ser es una persona que hasta el momento en que ves su obra o conoces su investigación, tu mundo era de una manera y a partir de él el mundo pasa a ser de más de una manera. Te enseña a ver el mundo desde otra óptica, desde otro punto de vista que tú no tenías en cuenta. Por ejemplo, Sorolla fue un gran artista valenciano y testigo de su momento, pero ¿qué sentido tendría que yo coleccionara obra suya o de artistas del siglo XIX? Lo interesante es que tú crees tu colección con obras contemporáneas a ti: que sean testigo del presente y por tanto también un testigo de tu vida.

PAULA: Inma Femenía es una de las artistas de tu galería. Cuando visitamos con ella su exposición Infralleu nos explicaba precisamente cómo la materia prima de su trabajo son las imágenes de las cámaras de vigilancia o los reflejos de colores que generan los anuncios luminosos.

JORGE: Pues claramente el caso de Inma es especial porque es testigo del presente y además su trabajo es un híbrido entre el mundo digital y el mundo analógico. Y realmente creo que la obra de Inma es la que mejor explica esa transición: cómo poder convertir lo líquido e intangible en algo físico y material para que podamos entenderlo. Y a partir de ahí podemos incluso ver cómo la gente que ha nacido post-internet tiene una forma distinta de relacionarse con el color porque la luz las pantallas tiene colores distintos a los de naturaleza. Todo esto nos habla de dónde y cómo estamos en el mundo y nos ayuda a tomar decisiones.

La bohemia le ha hecho mucho daño a la profesión del artista, a la profesión del galerista y al arte contemporáneo en general. Porque la bohemia ha generado una mala visión del artista relacionándolo con alguien marginal, alguien que vive precariamente en los límites de la sociedad, cuando un artista realmente es un profesional
— JORGE LÓPEZ

PAULA: Jorge, ¿el mundo del arte es tan bohemio como se ve desde fuera? El de la fotografía ya te digo yo que no (risas)

JORGE: La bohemia es muy romántica, es maravillosa. A mí me encanta. Pero realmente la bohemia le ha hecho mucho daño a la profesión del artista, a la profesión del galerista y al arte contemporáneo en general. Porque la bohemia ha generado una mala visión del artista relacionándolo con alguien marginal, alguien que vive precariamente en los límites de la sociedad, cuando un artista realmente es un profesional que se está dejando su vida en la investigación de una idea. Y esa investigación no la está haciendo ni siquiera para él, la está haciendo para los demás. El trabajo de un artista es muy cercano a la investigación científica, tal vez con el mismo nivel de rigurosidad, pero no se tiene en cuenta de la misma manera. Se le tiene como casi como un espectro ornamental en la sociedad, cuando es un espectro fundamental en la sociedad.

PAULA: Entonces, ¿cómo es un día normal en la vida de un galerista?

JORGE: Pasan demasiadas cosas. Las galerías que se precian tienen un horario y una programación fundamental. Abrimos, nos hacemos un calendario. Empezamos a indagar. Hablamos con los artistas, vemos qué es lo que necesita cada uno de ellos para empezar a reforzar su currículum. Pues mira, te faltan premios porque no te conocen en Holanda, o no te conocen en Alemania. Es más, vamos a tratar de que te conozcan porque tu obra está muy relacionada con este tipo de estéticas. Entonces empezamos a elaborar estrategias para la carrera de cada uno de los artistas. Miramos las colecciones que tienen nuestros clientes, les llamamos, elaboramos estrategias de prensa, pensamos en las exposiciones, proyectos y colaboraciones que tenemos que hacer durante el año. Además de eso, documentamos cada obra que ingresa en la galería. Y vamos a ferias de carácter nacional o internacional. 

PAULA: ¿Y qué tienen en común los artistas de la galería?

JORGE: Son muy distintos, pero si hay algo que realmente los une es que todos son muy rigurosos con su trabajo, muy rigurosos. Inma, bueno, ya la has conocido. Oliver Johnson, Victoria Iranzo, Joan Cardells, María García Ibáñez… Ellos esto no lo hacen por pasarla bien, lo hacen porque no pueden hacer otra cosa. Es como es una necesidad y para nosotros la galería también es una necesidad. 

PAULA: Al final es un trabajo de equipo, ¿no?

JORGE: La galería es como un barco en donde yo soy el capitán y yo pongo el rumbo, pero yo solo no puedo mover este barco, es algo colectivo. No tiene más valor mi trabajo que el de ellos. Al contrario, es fundamental el trabajo de cada uno de ellos para que todos lleguemos. Y el rumbo es ser felices con lo que les está pasando: premios, reconocimientos… Ese tipo de cosas son lo que queda cuando pasa el tiempo y decís ‘yo formé parte de ese momento de la historia’.

PAULA: ¡Qué gratificante! Y, bueno, hemos hablado mucho pero para terminar te quería preguntar un par de cosas más. Una es: ¿qué te hizo tener muy claro que te querías dedicar al arte?

JORGE: Recuerdo entrar en una instalación donde no había nada y lo era todo. Perdías la sensación de profundidad o de horizonte. Los colores azules te daban una sensación de pena, de perder la orientación. No sabías ni dónde estabas dispuesto. Pero sucedía algo entre el color y la luz que hacía que te vincularas de otra manera, parecía que estuvieras en un momento de ensoñación. Al final es una experiencia estética. Y cuando, cuando pasa eso, no sabes ni cómo expresarlo, ni sabes por qué te pasa, no lo entiendes. Creo que descubrir que alguien podía producir eso en mí sin conocerme, sin saber nada de mí, siendo de un lugar del mundo que yo ni siquiera conocía, hablando otro idioma, me hizo entender que un artista comunica con un código que todos entienden. Trabajar cerca de esto es lo más bonito que me ha pasado.

PAULA: ¿Y qué artista o qué obra les recomendarías a alguien que está introduciéndose en el arte contemporáneo

JORGE: Creo que si fuera una persona joven de hoy no me introduciría nunca por las vanguardias como hice yo, porque no entendería. Estaríamos hablando muy lejano. Sería como introducirnos en la pintura contemporánea mirando a Sorolla. La educación artística debería ser mucho más cercana al presente y de ahí ir hacia atrás y hacia adelante. Yo empezaría por el arte de posguerra, después de 1945. O sea, cuando se genera una fractura posterior a las vanguardias y se empiezan a borrar los límites entre el arte, el diseño, la escritura o la poesía. Creo que sería el momento más, más bonito, porque se pueden entender el momento social, las manifestaciones políticas, los primeros indicios de ecología en el arte… Porque nadie diría que el Día de la Tierra lo hizo un artista, pero sí el Día de la Tierra fue una acción de Robert Rauschenberg. 

PAULA: Siempre se dice que los artistas se adelantan a sus épocas. ¿Por qué pasa eso?

JORGE: Ese tipo de cosas pasan porque hay gente que está sensibilizada sobre una idea y se concentra en ella, los artistas no son magos. ¿Cómo lo puedo explicar? Mira, yo vengo de un lugar en Argentina donde tenemos movimientos sísmicos continuamente, en un pueblo que está al lado de las montañas, se llama San Juan y ahí hay continuamente temblores, incluso han habido tres terremotos en la historia. Ahí se utiliza un sismógrafo para poder saber cómo se mueve la tierra. Ninguno nos damos cuenta de que la tierra se está moviendo continuamente y solamente nos damos cuenta cuando los movimientos son muy abruptos. El artista es como un sismógrafo social, o sea, está concentrado en eso. Entonces, aquellos pequeños movimientos que pasan estéticos, sociales y demás, él los percibe antes. Por eso muchas veces dicen que los artistas son unos adelantados.
Jamás se ha adelantado un artista a su época, en la vida, lo único es que estaba pendiente de su época. Cuando los demás estaban distraídos o con mucho ruido, ellos estaban concentrados en algo que los demás no estaban viendo. Eso es lo que nosotros queremos ser, que se nos recuerde porque vimos aquello que nadie estaba viendo en ese momento, porque estábamos concentrados o sensibilizados con eso, con ser un testigo del presente.

Previous
Previous

Jorge de Andrés: Sorolla fue un gastrónomo

Next
Next

Espai Verd: La catedral urbana de Valencia