Jesús Terrés: El arte del hedonismo
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El hedonismo fue tomado por los epicúreos como objeto de estudio hace miles de años. El objetivo no era otro que rastrear ese deseo ancestral de ausencia de dolor. El hedonismo tiene una larga tradición en la historia de la filosofía y comienza en el siglo IV a. C. con dos nombres esenciales: Epicuro de Samos y Arístipo de Cirene. Los epicúreos y los cirenaicos son los primeros que entienden la vida misma como la finalidad del pensar. Para ellos existían dos tipos de placeres: los estables (el pensamiento, la libertad) y los dinámicos (la comida, la bebida, la sexualidad). En el exacto cruce entre el mundo real y el mundo sensual se encuentra el libro Nada importa de Jesús Terrés (publicado en Círculo de Tiza), una suerte de tratado breve sobre el arte de vivir de un modo alegre, hermoso y sencillo. Jesús es un columnista de medios como Vanity Fair o Condé Nast Traveler. Pero su columna Nada importa en GQ le colocó en un lugar preferente y concitó el interés de miles de lectores que ahora son su comunidad más preciada en redes sociales, especialmente en Instagram, donde Terrés se mueve con una sinceridad y autenticidad insólitas. Desde entonces ha combinado la escritura con el universo creativo y publicitario gracias a Agencia Lobo, la empresa en la que también colabora su mujer Laura Velasco, responsable de prensa y eventos. Nos encontramos con Jesús y Laura en Bodega Anyora, en pleno barrio del Cabanyal.
MARÍA JESÚS - ¿Venís mucho a este sitio?
LAURA - Sí, de hecho desde que lo abrieron. Veníamos al principio en bici, y luego hemos ido viniendo por comidas trabajo, también personales, y al final hemos acabado mucho aquí, en Bodega Anyora.
JESÚS - Además está en Guía Hedonista, que es nuestro anuario gastronómico. Este será el quinto. Y nace con un ADN muy claro: el placer gastronómico no debería estar asociado a un ticket alto, y lo está en todas las guías. Uno coge Michelín, Repsol, Fifty Best… cualquier guía respetada, y comer en los diez primeros restaurantes de una ciudad te cuesta como mínimo 100 euros por persona. Se asocia calidad y excelencia a un cierto tipo de lujo. Eso no pasa en el cine o en la música. Un disco que esté producido por la Orquesta Filarmónica de Londres no es más caro. O puede ganar en Cannes una película de bajo presupuesto. Pero el universo gastronómico es todavía un bebé: los medios seguimos pensando que el mejor restaurante es aquel en el que hay mucho boato. Y este lo cogimos en Guía Hedonista deliberadamente como icono. Es un restaurante que está en el top 10, es un tres estrellas, digamos, y no lo tienes en otra ciudad. No hay ocho camareros sirviéndote, por ejemplo. Y no lo conozco de nada, no tenemos una relación personal, pero lo he usado como símbolo.
LAURA - Cuando vienes y ves que conocen todos los vinos de primera mano, te das cuenta de que hay una historia detrás, una propuesta de verdad detrás del sitio. Creo que eso ya lo hablamos en una entrevista anterior para CulturPlaza, con Ricard Camarena.
JESÚS - Sí, fue hace un montón de años. Le pedí alguna recomendación sobre San Sebastián, le pregunté por Arzak, por ejemplo, porque en aquel momento aún estaba con esta tontería. Y me dijo “no seas tonto: un rodaballo a la plancha y una botella de champán”. Y mira, este sitio cumple un poco eso. Digamos que es más verdadero. Y el otro no es peor. Pero una cosa muy producida, lo que sería “El Señor de los Anillos” en cine o su equivalente en gastronomía, un tres estrellas, no tiene por qué ser malo, puede ser buenísimo porque tiene mucha calidad. Pero me gustaría que la gastronomía no estuviese vehiculada a eso.
MARÍA JESÚS - Recuerdo cuando fuimos este verano a un asador cerca de Burgos, llevado por un señor desde hace muchos años, que hace unas chuletas de carne de vaca gallega rubia increíbles. Tiene su horno, te muestra el pedazo de chuletón, lo hace con leña de encina y eso es todo. Tiene esa carne, un queso de oveja y una tarta de queso, y no hace nada más. Fue una experiencia impresionante. Nunca había comido una carne así. ¿Eso es algo que vosotros seguís manteniendo en Guía Hedonista?
JESÚS - Sí, totalmente. Supongo que en lo que sería vuestra guía personal, ese restaurante del que hablas tendría un 9 sobre 10, ¿no? Pues en las guías normales no lo tiene. Entonces mi misión es la de mostrar que el placer es independiente a que el mantel sea de tal o cual material, a que haya ocho camareros sirviéndote, etc. Entonces, respondiendo a tu pregunta, sí, y cada vez más. De hecho yo quiero radicalizarlo, dentro de lo que cabe, hacia esa conciencia de separar el lujo entendido como fine dining y otra cosa que es el placer. Yo en La Ardosa soy inmensamente feliz con un pincho de tortilla. El índice placer/inversión es muy alto.
MARÍA JESÚS - Eso lo hablé alguna vez con Ignacio Peyró, al que creo que conoces bien. Él es un gentleman, un auténtico sibarita de bocados extraordinarios (así lo escribe en su libro Cominos y bebimos y también en sus recientes diarios) pero luego no tiene problema alguno en ir a sitios en los que el espacio deja mucho que desear, pero donde hacen algo específico de mucha calidad.
JESÚS - Sí, de hecho, uno de sus sitios favoritos de cocina valenciana es El Faralló, una arrocería de Dénia que hace muy bien las gambas. No tiene estrella Michelin, ni son Repsol, ni buscan serlo. Es un restaurante al que van las familias y ya. Y es uno de sus favoritos. Si Guía Hedonista fuese de la Comunitat, estaría en el top 3. Es una barbaridad.
MARÍA JESÚS - ¿Y cómo crees que es nuestra oferta gastronómica con respecto a otras ciudades? ¿Crees que hemos evolucionado, se dan propuestas cada vez más interesantes, o hemos perdido algo de autenticidad?
JESÚS - Yo creo que nuestra oferta gastronómica ha tenido una de las evoluciones más interesantes en España. Dejando fuera Madrid y Barcelona, que están como en otra dimensión, Valencia, Málaga y puede que Menorca, tienen una propuesta muy interesante. En Valencia deberíamos estar muy contentos, lo que pasa es que el valenciano nunca lo está del todo. Siempre hemos mirado a Madrid con algo de complejo, con una mirada como de provincia, y nunca estamos satisfechos. Pero ahora mismo tenemos un montón de cosas chulas. ¡Y yo no soy para nada de decir aquello de “como en Valencia, ningún sitio”! Pero hay mucha oferta. Si quieres un japonés, tienes uno que está entre los mejores cinco de España (y hay otros dos muy interesantes); si quieres carnes, encontrarás buenísimos sitios, etc.
MARÍA JESÚS - ¿Y vinos?
JESÚS - Este es uno de los mejores sitios en cuanto a vinos naturales. Luego hay muy buenos sumilleres, algo siempre muy interesante, aunque estamos lejos de otros lugares. Donde Valencia no juega en absoluto es en coctelería, es un desastre: ni ha habido, ni hay, ni habrá.
MARÍA JESÚS - ¿Por qué lo crees?
JESÚS - Porque un madrileño quiere salir un martes y un valenciano, no (risas). No tenemos ese tipo de cultura. No se sale. Entre semana, un restaurante puede vivir de las comidas de empresa, o de gente que va a comer. De hecho, muchos restaurantes no abren por las noches. Pero para una coctelería es muy complicado. Solo existen las que están en un hotel, aunque tampoco han acabado de cuajar porque al valenciano no le apetece entrar en un hotel. Es una pena porque la coctelería da mucho juego.
El lanzamiento del libro de Terrés fue en pleno confinamiento. Jamás una celebración de la vida -y de sus pequeños placeres- había sido tan necesaria. Sin embargo, algo que la pandemia ha robado al escritor y creativo son las presentaciones literarias, otra celebración en la que se juntan los amigos para que los versos de Rilke cobren sentido: “¿Qué respuesta quieres todavía? / Habrá noches de verano y días de luces radiantes / Existiremos y Dios existirá”.
MARÍA JESÚS - Creo que apenas has podido presentar el libro pero tenías unas ideas bastante innovadoras para el mundillo literario en cuanto a presentaciones, ¿no?
JESÚS - Sí, mi idea original era una idea de persona ajena al mundo literario. Cuando eres ajeno a un mundo, tienes ideas horribles, o quién sabes si maravillosas, porque no estás impregnado de ese mundo. Yo quería respetar las presentaciones que me propusiese Círculo de Tiza, porque obviamente quiero que se vendan y se lean muchos libros, pero quería hacer en torno a dos años de presentaciones, como una ruta por sitios en los que nos tenemos un cariño mutuo y que escapan del mundo estrictamente literario. Por ejemplo en Del Diego. Me encantaría hacer una presentación allí, es una coctelería muy madrileña. O en una tienda de cómics. ¿Por qué no? Descontextualizar el formato libro y llevarlo a sitios en los que se dan manifestaciones culturales de otro tipo. Sigo queriendo llevar a cabo esa idea, pero es complicado. La Ardosa, por ejemplo, me propuso hacer una presentación allí ya que en el libro se cita varias veces. La Ardosa es uno de esos primeros sitios en los que uno se siente madrileño. Me hizo mucha ilusión, claro, pero ahora es complicado.
MARÍA JESÚS - Yo creo que lo de presentar un libro durante más tiempo del habitual, a las editoriales les encanta. Quien de verdad ha de querer hacerlo es el autor.
JESÚS - Sí, sigo queriendo llevar a cabo esa idea, una presentación que se extienda durante dos años. A parte, yo estoy relacionado con la gastronomía, con coctelerías y hoteles, y por eso me haría especial ilusión. Hay un hotel llamado Gran Melià de Mar, que conocimos por casualidad y que está diseñado por José Antonio Coderch y es super chulo, tiene mucho más trasfondo artístico de lo que parece lo normal para un Melià. Cuando estuvimos allí, en verano, vimos que tenían un cine al aire libre: se juntaba la obra de Coderch, el mar y la gente viendo una película. Entonces, como yo soy muy inocente, se me ocurrió presentar el libro allí: vemos La Gran Belleza, pensé, una de las películas favoritas de Alberto Moreno (Director de Vanity Fair), uno de mis mejores amigos, me lo traigo a él para que me entreviste para Vanity, donde él trabaja, y vemos la película y hablamos de ella. Así se formó en seguida la presentación. El problema es que no se va a hacer porque el hotel ha cerrado, pero hubiese sido una presentación muy diferente.
MARÍA JESÚS - Bueno, apúntatelo para cuando acabe esto…
JESÚS - Sí, sí, mi idea es hacer cosas de este tipo. Sin saber muy bien cómo son las otras. A veces, creo que las editoriales, en estos tiempos, sienten un poco de culpabilidad por no poder acompañarnos en los lanzamientos de los libros como en principio parece lo ideal. Pero las cosas son como son y ya está.
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Es este un libro mediterráneo en el más puro goce por el que ya transitaron otros autores como Chirbes, Vicent, Plà o Cavafis. Un libro que huele a mar y que entiende el mediterráneo casi como una religión vital. Jesús y Laura profesan esta religión viviendo en uno de los lugares más privilegiados de la ciudad: la playa de la Patacona. Allí se dan cuenta cada día de eso que escribe Terrés en su libro: “Que la vida pasa a pesar de ti. Que todo esto es un regalo y que, en realidad, solo hay un camino. Seguir”.
MARÍA JESÚS - A vosotros que os gusta tanto el mar, ¿cómo es lo de vivir viéndolo todos los días?
JESÚS - Yo antes vivía en la Avenida de Francia porque me gustaba mucho vivir al lado del río y no iba nunca a la playa. Puede que una o dos veces, como mucho, porque la veía lejísimos, ¡aunque fueran 10 minutos! Pero no estaba dentro de mi rutina. Supongo que eso es muy valenciano también. Incluso cuando me trasladé a la playa, a la Patacona, lo de bajar a la playa tampoco llegó a estar nunca en mi rutina. Como mucho pasaba por ahí para ir a comprar. Pero cuando vino Laura de Madrid sí introdujimos en nuestro día a día los paseos.
LAURA - La tendencia es huir del mar. Los flujos urbanos, si te fijas, tienden a eso, la ciudad no está construida mirando al mar. Sin embargo, como a Madrid es lo único que nos falta, el madrileño se escapa casi todos los fines de semana. Lo tiene muy presente a nivel mental, siempre es el lugar al que ir, al que peregrinar. Para un valenciano, no.
JESÚS - ¡Cómo es un madrileño! “Lo único que nos falta”, dice (risas). Claro, todo lo demás, lo tenemos. Me encanta. Mira, yo creo que La Marina va a ser importante para los valencianos, ya lo está siendo. Y para El Cabanyal también. Lo están haciendo muy bien y ninguno de nosotros esperábamos el giro que ha dado y te diré, porque me incluyo, que le teníamos un poco de manía a lo que había pasado. No sabíamos muy bien qué hacíamos nosotros con lo que había pasado, con la Copa América. Nos daba la impresión que era lo contrario a lo sucedido en Cádiz, donde son lo que son y hacen cosas acordes con lo que son. En cambio, en Valencia, que es mi ciudad, se hicieron cosas que yo no sentía como mías. Aunque mi familia es de Andalucía, yo soy valenciano y todas estas cosas me alejan muchísimo. No es algo que sintiera como mío. Y creo que eso nos ha pasado a muchos.
MARÍA JESÚS - ¿Vosotros cómo habéis visto la evolución de El Cabanyal? Es un barrio que ha estado estigmatizado durante mucho tiempo y todavía hay algunas zonas que lo están, pero creo que sitios como este, por ejemplo, han cambiado la perspectiva.
JESÚS - Para nosotros es muy importante la figura de Dani Borràs (Director de GQ), que es un amigo (de hecho yo vivo en Patacona por su culpa) y nos ha conectado mucho con el barrio a nivel sentimental. Yo vine por él, su familia es de aquí, y conocer a alguien tan interesante, que admiras, y que tiene la familia ahí, te hace “blanquear” el barrio. Al final creo que La Marina y La Patacona, donde también se ha creado un ecosistema muy sano, surfero, también han acabado adquiriendo un ambiente muy valenciano. Ambos están haciendo mucho bien a El Cabanyal aportándole personalidad, algo muy interesante. Esta nueva Marina, este nuevo consorcio de Vicent Llorens, que es un poco el culpable, no ha puesto un muro emocional con respecto al barrio, sino que se está imbricando muy bien. Lo quieren transformar en un espacio social para la ciudadanía, algo habitable y vivible.
MARÍA JESÚS - Antes era algo muy exclusivo. Según nos contaban, o eras alguien muy relacionado con la náutica, más elitista, o quedabas al margen. Se trataba de un mundo muy cerrado. Ahora están trabajando para cambiar ese modelo. ¿Has vivido siempre en Valencia?
JESÚS - Sí, mi familia es de Andalucía, pero sí, he vivido aquí. En la playa viví unos seis años. Aunque mucha gente creía que vivía en Madrid porque trabajaba allí, hacía mis colaboraciones, mis amigos eran de Madrid...todo estaba allí, y de hecho lo sentía como algo más mío. Es más, tengo más de 200 artículos sobre Madrid y sobre Valencia, no. Pero luego entendí el mar de otra manera, el Mediterráneo. El libro trata un poco eso. Este Mediterráneo de relax, de disfrutar de la vida, me ha reenamorado a esta edad. Lo he entendido.
MARÍA JESÚS - En el libro hay mucho de Manuel Vicent, que es una de las personas que más ha entendido el Mediterráneo.
JESÚS - Y lo ha contado muy bien.
MARÍA JESÚS - Eso es. Hace uno o dos años tuve la oportunidad de hablar con Vicent acerca de su libro La Regata y me habló sobre el Mediterráneo actual como un cementerio. Me hizo ver cómo la parte truculenta del Mediterráneo está tapando la visión más maravillosa del mismo. Se refería a los barcos que nadie quiere aceptar, a los cayucos, a la crisis de los refugiados, etc. Hablaba de ello desde la perspectiva de quien ama este mar y está viendo cómo se convierte en un cementerio para mucha gente. No sé cómo lo ves tú, no sé si has leído Mediterráneos de Chirbes, por ejemplo.
JESÚS - Sí, sí. Chirbes no está tan presente en mi escritura, y me interesa mucho su parte gastronómica. En cuanto a Manuel, me interesa mucho más como articulista que como novelista. Aunque la última, que he empezado este verano, Ava en la noche, está muy bien, yo prefiero su fraseo corto. Como articulista me parece magistral. Tengo columnas suyas guardadas que me sirven de inspiración. Está en mi día a día y por esto está mucho más presente. Y creo que Chirbes es mejor novelista que Vicent, entiende mejor ese lenguaje, se expresa con el libro. Manuel se expresa mejor en la brevedad.
MARÍA JESÚS - Y la parte de gastrónomo de Chirbes, ¿te interesó? ¿La leíste?
JESÚS - Me han llegado cosas, pero no tiene mucho publicado. Me parece interesante por su conexión con Valencia, pero creo que tiene un deje sombrío, como todo lo que escribe, y para mí la gastronomía tiene que ver con el hedonismo, el placer, la luz, y Chirbes siempre tiene un trasfondo amargo. Mi visión de la gastronomía no es así. Pla, por ejemplo, sí que está más conectado con Peyró, en el sentido de verlo como la expresión cultural de un territorio. Chirbes, no, entonces eso me aleja un poco.
MARÍA JESÚS - Esta revista se llama Desfici, que es una palabra que solo tiene sentido en valenciano. Sería como un “intríngulis”, esas ganas que tienes de hacer algo pero no sabes muy bien qué, y te hacen subirte un poco por las paredes. Nosotras lo entendemos como el nerviosismo que tienes antes de crear algo, dado que siempre hacemos charlas con creativos y toda la revista está enfocada a la creatividad valenciana.
JESÚS - ¿Sería un poco nervio?
MARÍA JESÚS - Sí, cuando dices que estás “desficioso” es que estás un poco inquieto. Pero sin saber todavía por qué, sin saber muy bien qué es lo que te pasa. No tiene traducción, es una palabra valenciana. Entonces siempre preguntamos qué es lo que te pone “desficioso”.
JESÚS - ¿Para bien? He de decir que yo no estoy nada de acuerdo con el concepto de inspiración. Yo trabajo, y muy temprano, además. Pero sí hay momentos en los que el calor, al escribir, está ahí. Y supongo que eso puede pasar en cualquier otra profesión, supongo que nos pasa a todos en nuestro campo creativo. Hay momentos en los que todo está conectado y fluye y hay nervio. Va más rápido lo que quieres contar, que la manera bonita de contarlo. Una especie de ansia por expresar, una sensación de “está aquí y está brillando”, como sucede en la película Stardust. Algo así. A mí me gusta mucho la palabra “calambre”, también se usa aquí y la usan mucho los flamencos. O “pellizco”, que es como piel de gallina pero más atávico, para referirse a algo que te ha roto pero para bien.
MARÍA JESÚS - En la jerga flamenca hay palabras con las que aprendes muchísimo. A nosotras nos gusta mucho y leemos mucha antropología flamenca acerca de eso. Uno se da cuenta de su riqueza en el lenguaje. En cuanto a lo que decías, te escuché en la charla de Vanitiy Fair con Javier Aznar (en Hotel Jorge Juan) decir que tú eres muy disciplinado en cuanto a las entregas de artículos, por ejemplo, o en tus horarios de escritura, o para levantarte, etc.
JESÚS - Yo soy muy respetuoso. Entonces, si tienes una revista y me vas a pagar, si te he dicho que te entregaré un artículo, me gusta cumplir. ¡Con todo el cariño a las personas que entregan los artículos tarde! Lo que no puedo soportar es lo de asociar a la bohemia el hecho de entregar un artículo tarde, como si se tratara de que no ha aparecido la musa. Es como si no te sirvieran en un restaurante porque al cocinero no le ha venido el plato a la mente. ¡Ven mañana! (risas). Otra cosa es que haya días en los que hay pellizco y otros no. Eso es una pena enorme porque no estás del todo conectado, pero el artículo se entrega igual.
MARÍA JESÚS - ¿Entonces eres disciplinado en cuanto a levantarte a una hora determinada, por ejemplo? Muchos novelistas lo son. Hace poco vi el documental de Netflix sobre García Márquez, que incluso se ponía el mono de mecánico para escribir.
JESÚS - (Risas) Me encanta. Pues mi visión es más o menos esa, se trata de un trabajo y me lo tomo como tal. Además, soy muy diurno.
MARÍA JESÚS - ¿Te levantas muy pronto?
JESÚS - A las 5.50h.
MARÍA JESÚS - ¿¡A las 5.50h!?
JESÚS - Sí (risas). Yo entraba a las ocho en la agencia (por cierto, nos hemos mudado hoy a La Marina) y durante mucho años hice terapia (y seguiría haciéndola pero el terapeuta se ha ido a vivir a Mallorca) de siete a ocho, no quería hacer las cosas por la tarde. Así que me he acostumbrado. De hecho ahora hemos cambiado el horario de siete a tres. Mi idea vital es acabar a las tres.
MARÍA JESÚS - De siete a tres es un buen horario, ¿no?
JESÚS - Desde luego. Lo que quería decirte es que yo soy muy disciplinado si tengo un encargo contigo; si me pides algo, lo voy a tener. Ahora bien, en el confinamiento empecé una newsletter en la que iba escribiendo cosas más personales y que me ha hecho muy feliz y me ha dado muchas alegrías. La paré en agosto para descansar y en principio se pone en marcha mañana, pero al tratarse de un proyecto mío, sin deadlines y que depende de mí, sí es más posible que me venza la pereza.
MARÍA JESÚS - Una de las cosas que me contaste sobre el libro es que todo este confinamiento te había servido para priorizar muchísimo e ir a la esencia de las cosas.
JESÚS - Sí, es una cosa muy de Gambardella, el protagonista de La Gran Belleza. No hay que olvidar que el confinamiento se lo ha hecho pasar muy mal a mucha gente y que, de hecho, a nivel laboral seguimos viviendo un momento muy raro, pero también es cierto que ha permitido renunciar a ciertos planes o asuntos a los que antes simplemente accedías. El tiempo es valiosísimo y ha llegado el momento de revisar prioridades. Por ejemplo, se da el caso de: “Oye, Jesús, ¿comemos el jueves?”. Y yo digo: “No”. “¿No puedes?” Y los digo: “Sí puedo, pero, con todo el cariño, prefiero irme a casa a comer. O comer con Laura. ¿Para qué te voy a mentir?”.
MARÍA JESÚS - Antes hablaba con Laura sobre cómo Instagram te ha ayudado a crear una comunidad súper fiel que no solo se compra el libro, sino que se hace fotos con él. Realmente, si uno piensa en las redes sociales, en Instagram, como el reino de la impostura, podría decirse que tu caso (y el de alguno más) es como una excepción, ¿no? Lo que me llama la atención es cómo tu discurso y tu forma de ver la vida tan auténtica puede ser tan viral en un mundo como Instagram que, generalmente, es más superficial.
JESÚS - ¡Abres un melón muy interesante! (risas). Instagram es un reflejo de la sociedad, como cualquier red social, o cualquier comunidad de vecinos. En la vida real también hay postureo, aunque quizás de otra manera, no tan obvio ni mediante filtros, pero hay postureo en todo.
MARÍA JESÚS - En la gastronomía, por ejemplo, existen los foodies, que le hacen la foto al plato antes de comer. Me parece curioso cómo cuentas de Instagram como la tuya u otras similares, tan puras en ese sentido, funcionan tan bien en una red social que en principio es lo contrario.
JESÚS - Sí, pero al final casi todo el mundo está en las redes. Hay una bola de gente a la que le gusta aparentar, sí, y luego hay también mucho lector silente que admira tu trabajo o no, pero también está. A mí las redes sociales me encantan, en su justa medida, claro, pero por ejemplo Twitter me gusta muchísimo, e Instagram también. Me gustan porque son inspiradoras. Todo depende de los perfiles a los que sigas, tú eliges el canal que pones, por tanto hay una responsabilidad tuya muy grande. Teniendo en cuenta que todos somos una marca, al menos todos los creadores, ya sea fotografía, caligrafía, escritura, etc. Pienso que es súper respetuoso que alguien use ese canal para vender su marca. Yo no escribo para nadie en Instagram, no hago colaboraciones con marcas, si muestro algo es porque me gusta mucho: si enseño un reloj es porque me gustan los relojes, lo mismo con un vino, o mi gato o mi mujer.
LAURA: De hecho eso suele chirriar, porque a veces le escriben marcas para colaboraciones y les sorprende la respuesta negativa.
JESÚS - Si quiero sacar una película, la saco, pero no lo hago para que mi lector piense que me gusta esa película. John Wick, por ejemplo, lo saco mucho en stories y es una broma privada, pero es muy mía y, con cariño, me cago en el lector: me da exactamente igual, por eso tampoco participo mucho en los comentarios.
MARÍA JESÚS - Sin embargo tienes una comunidad súper fiel.
JESÚS - Porque creo que viene, en primer lugar, de la época de “Nada importa” y también de que soy un bichejo de biblioteca: siempre me ha gustado mucho leer cómics, ver películas, etc. Soy muy expansivo. Por ejemplo, si a mí me gusta un restaurante muy pequeñito de Menorca, aunque queramos que no lo sepa nadie porque se va a llenar de gente que no lo merece, yo necesito contarlo. Me gusta compartir ese conocimiento de corazón. Si un libro me emociona, me gusta contarlo.
MARÍA JESÚS - Porque eres entusiasta. El entusiasmo es una de las cosas que más me gusta de una persona y eso se transmite mucho en el libro.
JESÚS - Sí, y lo digo de corazón. ¡Dios santo, tenéis que comprar este cómic! Porque lo creo de verdad. Este año, por ejemplo, se ha dado el caso de “Retrato de una mujer en llamas”: lo he dicho en todos los consultorios, no paro, me hago pesado y todo. Haría un Instagram solo con fotogramas de esa película. Pellizco en todas partes. Entonces yo creo que el lector aprecia ese ejercicio de egoísmo sano.
MARÍA JESÚS - Te has referido antes a la caligrafía. Presenté uno de los últimos libros de Antonio Muñoz Molina y me gusta mucho algo que él dice y que hace referencia a lo importante del trabajo intelectual, pero también del trabajo manual. Me dijo que desde hace mucho tiempo dibuja, también comentó en otra entrevista que cocina mucho con su mujer, y alude siempre a la importancia del trabajo con las manos y lo complementario que es al trabajo intelectual. Te lo decía porque a mí me encanta la caligrafía, me gustan mucho las plumas, y quiero que me cuentes un poco, Laura, qué tiene la caligrafía, qué hay en esa forma de rasgar un papel y de usar la tinta.
LAURA - Me parece muy interesante que digas lo de las manos porque creo que cuando somos pequeños estamos completamente conectados al trabajo manual y es sanísimo. De hecho, hay mil artículos que hablan sobre zonas del cerebro que solo se activan cuando estás trabajando con las manos, nunca de otra forma. Y eso es algo que luego vamos dejando de hacer: castillos de arena, plastilina, etc. Y creo que parte del desasosiego, de la ansiedad, se cura haciendo trabajo manual. Sea acuarela, caligrafía o cualquier otra cosa. En cuanto a la escritura, diría que hay cierto proceso mental en el hecho de escribir a mano que es imposible sustituir por otra cosa. Sucede lo mismo cuando pintas o haces acuarela: hay un tipo de observación de tu realidad que no se da si no la dibujas, ciertas cosas que no puedes sentir si no lo haces a mano. En la caligrafía hay cierto ejercicio de persistencia y paciencia necesario para que se te dé bien cualquier actividad manual. La caligrafía sobre todo. Es como el ejercicio de una bailarina.
MARÍA JESÚS - ¿Y qué haces exactamente, qué tipo de caligrafía?
LAURA - Hago caligrafía y acuarela, sobre todo caligrafía inglesa. Me gusta más que nada porque no hay atajos. Y está bien que así sea.
MARÍA JESÚS - La inglesa no la conozco.
LAURA - Sí, sí la conoces (risas). Otra cosa es que no te guste, pero sí la conoces. Se llama inglesa porque empezó con los ingleses. Realmente no es ningún talento, sino paciencia. Si le echas horas, saldrá bien. Y al revés. Es maravilloso. Es un momento en que estás haciendo eso y no piensas en otras cosas. Como el buceo. O como la meditación, con la que lo comparo mucho. Es imposible estar pintando o caligrafiando y hacer otra cosa. Pero no es como el mindfulness, que te obligas a vaciar la mente y de pronto te vienen todos los pensamientos. En este caso no puedes pensar en otra cosa. Incluso la respiración cambia, la contienes.
JESÚS - Muy japonés, que tiene que ver mucho con la especialización. Aquí en el Mediterráneo somos distintos, fíjate en el Renacimiento. Hacemos de todo: somos costureros, pintores, cantantes, etc. Tendemos a la expansión cultural, somos promiscuos culturalmente hablando, libertinos, y no nos cuesta pasar de una cosa a otra.
MARÍA JESÚS - A lo mejor te crees que si llevas un año haciendo sushi ya eres el mejor haciendo sushi. La verdad es que creo que adquirir algún aspecto de la cultura asiática nos vendría muy bien.
JESÚS - Está pasando un poquito con la pandemia.
LAURA - Sí, creo que nos estamos polarizando en todos los sentidos.
JESÚS - Mira que a mí me gusta mucho la modernidad, detesto esa nostalgia gratuita de que antes todo era mejor. Simplemente no lo creo. Pero irremediablemente la contemporaneidad está asociada a la velocidad y a la no profundidad.
MARÍA JESÚS - Es más extensivo que intensivo.
JESÚS - Sí, más hipertextual, nunca mejor dicho: empiezo en un sitio, me voy a otro y no acabo nunca. Internet, por definición, es el hiperenlace. Yo creo que la dispersión no es necesariamente negativa, sino diferente. Se trata de otra forma de relacionarse con el contexto social y con la cultura. Esta tendrá que ser diferente, los formatos tendrán que ser diferentes. Es difícil de entender pero es nuestra realidad, nuestro presente.