Fran Silvestre: Entonces nosotros, ¿qué queremos que sea València?
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Desde València Capital Mundial del Diseño 2022 se ha estado reflexionando largo y tendido sobre la náutica en nuestro territorio. Como explicaba Xavi Calvo, director de la organización, “València es tierra de mar, de apertura al Mediterráneo y lejos de lo que muchos pensamos, el mundo de la náutica está muy asentado en esta ciudad”. Grandes corporaciones internacionales llegaron durante la Copa América y decidieron quedarse en la ciudad por su gran calidad de vida: “Tenemos a profesionales de todo el mundo diseñando y trabajando para equipos internacionales de alta competición en el diseño y arquitectura de sus barcos o eventos desde La Marina de València”. Confiamos en las palabras de Calvo y nos acercamos a La Marina con Fran Silvestre, uno de los arquitectos valencianos con mayor proyección internacional, que justamente acaba de llevar a cabo un proyecto de interiorismo y náutica: Topaz of Braye, un velero que perteneció al manager de los Beatles.
Fran Silvestre, arquitecto y urbanista, fundó su estudio en València hace 15 años. Desde entonces ha recibido premios a nacionales e internacionales como el German Design Award 2019, la XIII Bienal Española de Arquitectura y Urbanismo 2016, el Red Dot Design Award 2013 o el IFCC Awards 2016 de Nueva York, entre otros. Posiblemente sea uno de nuestros creativos con más proyección internacional: sus proyectos de arquitectura y diseño de producto se encuentran repartidos por todo el mundo, destacando lugares tales como China, Estados Unidos, Brasil, Croacia o España.
Hay un sol radiante, una brisa suave y reina la tranquilidad en La Marina. Este es uno de nuestros escenarios favoritos de la ciudad. Me reúno con María Lapiedra y Alicia Matallín, responsables de Comunicación y Prensa de València Capital Mundial del Diseño 2022. Fran Silvestre acude a nuestro encuentro y nos guía hasta Topaz, donde nos recibe el capitán del barco, Pedro Encabo, con una gran sonrisa y la cafetera ya en marcha.
Como nos explica Silvestre, el proyecto de Topaz ha consistido en rediseñar integralmente un velero ya existente: se trata de una goleta turca de veinte metros de eslora que fue originalmente propiedad de un promotor musical británico. Este tipo de embarcaciones se empleaban para pesca y carga, pero posteriormente se utilizaron también en regatas, la primera de ellas realizada en 1851 y ganada por la goleta América que hoy da nombre a la Copa América.
Fran nos hace un pequeño tour por el barco y nos sentamos a tomar ese café, tan necesario, a media mañana. La conversación, como Topaz, se mece suavemente entre la arquitectura, València y el diseño.
MARÍA LAPIEDRA -¿Hasta qué punto crees que la arquitectura o el diseño pueden mejorar la vida de las personas y con qué ejemplos claros de tu trabajo?
FRAN SILVESTRE - Yo creo que la arquitectura mejora de forma muy clara la vida de las personas. No te transforma desde el punto de vista más, digamos, trascendental, pero sí transforma el modo de vivir. Y con la llegada de la COVID19 todavía más. Todo aquello en lo que trabajamos ahora está muy relacionado con el tema del BREEAM (certificación de sostenibilidad de los edificios), trabajamos mucho con iluminación circadiana… Parece una chorrada, pero muchas veces la iluminación artificial no está bien estudiada. Nuestra configuración como seres humanos tiene unos 200.000 años y estamos acostumbrados a que esta luz que tenemos ahora nos haga segregar cortisol, lo que hace es despertarnos los sentidos. Pero esta misma luz la podemos conseguir con un foco por la noche, que es lo que sucede con la luz artificial: tener una luz muy fría durante la noche tiene consecuencias para la salud. En el estudio utilizamos un tipo de iluminación circadiana, que va cambiando de temperatura con respecto al tránsito del día, cosa que afecta de manera positiva en nuestra salud. Otro caso es el de la luz anti-desvelamiento: trabajamos de manera que, si te levantas por la noche, esa luz no te desvele. Son dos ejemplos muy sencillos de miles de historias más.
ALICIA MATALLÍN - Son historias que nos son ajenas pero, a la vez, no pueden estar más presentes en nuestras vidas.
FRAN - En el estudio llevamos años intentando enrasar los rodapiés o quitar enchufes, y en realidad es algo objetivamente científico. Es decir, el movimiento moderno empieza cuando aparece la tuberculosis: hay una relación muy directa entre salud y diseño. Lo que hacemos nosotros es intentar que la arquitectura se mantenga lo mejor posible. Por ejemplo, nosotros siempre embebemos el rodapié dentro de la pared, porque, si tú tienes una superficie vertical y una superficie horizontal, esa superficie se convierte automáticamente en una superficie que tienes que limpiar. De esa forma estás haciendo que la casa sea más higiénica. Otra cosa que hacemos es quitar las manetas de las puertas. Son magnéticas porque no queremos que exista esa superficie horizontal que uno deba tocar cada vez.
ALICIA - Fíjate qué conscientes somos ahora de estas cosas. Me acuerdo que justo después del confinamiento me leí La arquitectura de la felicidad. Lo tenía en casa y pensé que debía leérmelo en aquel momento. Y cómo cambia leer ese tipo de libros que te hacen consciente de dónde estás.
FRAN - Aquí en el barco, por ejemplo, siempre me hacen la pregunta sobre por qué lo hacemos todo blanco. Resulta que existe un verbo que se refiere a eso: “enjalbegar”, en castellano “emblanquinar”, en inglés es “whitewashing”, etc. Y se trata de una cuestión higiénica. En lugar de desinfectar con lejía, se desinfectaba con cal. Entonces, toda esta conciencia que habla de cómo el diseño aporta a la vida nos parece determinante. Toda la gente, al vivir en una casa de este tipo, acaba usando el mismo concepto: paz. Digamos que todos los accidentes arquitectónicos te generan un cierto estrés visual, por lo tanto, cuanto estás en un sitio como este, con todo tan organizado, te tranquilizas. Por tanto, sí, mejora mucho la vida de las personas.
ALICIA - Entonces, que el barco sea todo blanco, ¿viene de esa inspiración cultural?
FRAN - Ahora mismo estoy dirigiendo una tesis doctoral de alguien que está haciendo un trabajo brutal, Paolo de Marco. Vive entre València y Palermo y ha recopilado un trabajo muy minucioso sobre el mito blanco de la arquitectura, desde cuándo existe, por qué, etc. Hay infinitas razones, unas más culturales, que tienen que ver con el Mediterráneo (no hace tanto que el Mediterráneo es así), y otras más objetivas, desde el punto de vista higienista, el punto de vista de control solar, etc. Cuando salimos fuera nos gusta trabajar en otros contextos y con otra materialidad.
ALICIA - Supongo que también te adaptas al entorno y al contexto. Fuera de aquí, de España, ¿nos puedes poner algunos ejemplos en los que te hayas adaptado al entorno y al contexto de forma radicalmente distinta?
FRAN - Pues por ejemplo en China los proyectos son completamente distintos. Allí estamos diseñando una ciudad entera y existe una normativa muy clara con respecto a los edificios. Aquí, en València, ¿los edificios tienen que ser altos o no? En China es obligatorio que tengan mínimo 100 metros, y eso se debe a que ellos tienen estudiado que el ascensor y la escalera son muy eficaces a los cien metros. Si mide menos de 100 metros, no vale la pena poner ascensor y escalera. Por otro lado, allí trabajan muy bien con el tema del soleamiento: las distancias se calculan midiendo las sombras que arroja un edificio.
MARÍA - ¿Qué te parece que València sea Capital Mundial del Diseño en 2022?
FRAN - Es la oportunidad de demostrar que, a nivel internacional, València es una mega potencia de diseño. Hay mucha gente muy buena y esta es la oportunidad para que fuera de España se nos identifique por nuestra creatividad. Pero es que hay mucha gente muy buena. Sales fuera de España y la gente valora mucho el fútbol, la gastronomía, la oferta turística, etc. Sin embargo, el mundo del diseño no es algo que nos identifique y yo creo que el evento es muy importante.
ALICIA - ¿Has notado que haya un interés creciente por València o por la Comunidad Valenciana?
FRAN - Yo creo que esta es una ciudad con muchas oportunidades. Nos sucede en el Máster en Arquitectura March que impartimos en la Universidad Europea: nuestros mejores embajadores han sido los propios alumnos. Están encantados, hay gente de todos lados: China, Reino Unido, muchos de Latinoamérica. Lo que ha sucedido en Latinoamérica es que antes los alumnos se iban a EEUU, donde les cobraban el doble por el curso, el triple por residir allí y todo ello derivaba en una calidad de vida muy baja. Entonces deciden venir a Europa, se encuentran con València, que es una ciudad que, en comparación con Madrid o Barcelona, es muy accesible y asequible, y les supone un gran descubrimiento. La gente se va haciendo eco de ese descubrimiento y acaban viviendo y trabajando desde aquí.
ALICIA - Creo que esa es una de las claves de la Capitalidad, entender si esa atracción de talento extranjero se está dando.
MARÍA - Claro, y si se le da respuesta, porque esa gente que llega aquí para hacer un máster, luego se puede quedar a vivir porque tiene trabajo.
ALICIA - Efectivamente.
FRAN - Nosotros hicimos una exposición hace un año o así sobre la industria del mueble, más concretamente sobre el modernismo y la fabricación del mueble en València. Vimos que había unas fábricas como Ventura Feliu, fábricas muy importantes de mueble curvado que eran fantásticas, pero que no eran conscientes de ello. Primero copiábamos a los chinos y luego nos dimos cuenta de que los fabricantes centroeuropeos venían a fabricar a València porque el mueble curvado de aquí tenía mejor calidad que en Centroeuropa. Creo que lo que hace falta es un tejido empresarial y una sociedad civil cohesionada. Aquí lo que ha sucedido muchas veces es que cada uno ha hecho la guerra por su cuenta. A mí, por ejemplo, Ontinyent es un sitio que me encanta porque es gente que siempre se ha reinventado. Cuando había una crisis y tenían que marcharse a otro sitio con solo una maleta y sin tener ni idea del idioma, se iban y vendían sin problema. Luego se han reconvertido. Es algo que está en el ADN de las personas. Eso existe aquí, pero hay que cohesionar un poco más y generar una cultura del diseño potente.
MARÍA - ¿Cómo va tu proyecto de la torre eólica aquí en La Marina? ¿Qué supondrá esa torre para la ciudad?
FRAN - Muy bien. Va fenomenal. Salvando las distancias, en arquitectura hay muchos proyectos como La Unidad de Habitación, de Le Corbusier que, desde que se ideó hasta que se construyó pasaron 23 años. Por tanto, esa torre se va a construir, de eso no hay duda. Cuando se construye un edificio alto, hay una parte constructiva y una simbología. Va a simbolizar una apuesta muy clara por la ecología: una visión de la ecología innovadora y contemporánea. Muchas veces la ecología transmite la idea de ir contra el progreso. Por ejemplo, para mí la naturaleza siempre ha evolucionado, las especies se han extinguido y han aparecido nuevas. Intentar congelar en una fotografía el momento de la naturaleza tal y como la conocemos ahora, no es nada ecológico. Evidentemente hay que preservar las especies, no hay que destruir sus hábitats, pero hay que entender que hay que evolucionar. Nadie piensa en involucionar; al fin y al cabo esto es una manera de decir “vamos a construir una infraestructura que signifique sostenibilidad”. Estamos generando diseño y tecnología para generar sostenibilidad, para disponer de nuevas formas de energía sostenible. Eso me parece súper importante.
MARÍA - ¿Estará para el año 2022?
FRAN - La idea es que sí lo esté. La otra cuestión es el debate sobre la altura de la ciudad. Durante muchos años se ha hablado de la despoblación rural cuando en España, donde comienza a haber despoblación es, precisamente, en las ciudades. El problema es la despoblación urbana en ciudades como Salamanca. Entonces nosotros, ¿qué queremos que sea València? València se encuentra en un punto en el que tiene que decidir si apuesta por un modelo de gran ciudad. Esa decisión implica muchas cosas: si quieres un modelo de gran ciudad tendrás que tener universidades. Si no quieres una gran ciudad, no tiene sentido que formemos a la gente aquí para que luego esa misma gente se vaya a trabajar a Madrid. Tiene más sentido que haya una gran Facultad de Arquitectura en Madrid y la de diseño esté en Barcelona, por ejemplo. Y que en València no haya nada. Es el momento de que València decida si quiere o no quiere crecer. Es un debate para la sociedad valenciana.
ALICIA - Un debate sano.
FRAN - Sí, y muy respetable. ¿Cómo quiere crecer? La ciudad tiene una dimensión, y no ha parado de crecer en población desde que se fundó. Y solo hay dos maneras de crecer: extensiva o en altura. La más sostenible es en altura porque el transporte vertical es mucho más ecológico que el transporte horizontal. Hay un libro muy bueno de Richard Roberts, llamado Ciudades para un pequeño planeta, que lo explica. València tiene que pensar si quiere ser eso o no. Mi apuesta es que València es una ciudad y tiene que ser una gran ciudad. Pienso que si queremos vivir en un mundo mucho más sostenible, mucho más innovador, tenemos que tener una gran ciudad.
MARÍA - ¿Cómo convive esto con centros históricos?
FRAN - Hay que respetarlos, no quiere decir que los tengas que destruir. Yo soy muy respetuoso con la tradición, pero tampoco hay que tenerle miedo. Es como lo que decíamos antes sobre la naturaleza: llega un momento en que un determinado tejido urbano debe regenerarse, y eso puede hacerse de muchas maneras, pero todo tiene una vida útil.
MARÍA - De hecho, la pandemia ha sido la mejor medicina para darnos cuenta de que no se vive bien así. Se necesitan ventanas y aire.
FRAN - Hay muchos de estos debates que son muy demagógicos. Yo puedo ponerme como defensor a ultranza de la artesanía, defensor a ultranza de lo que ya existe y voy a conseguir un público muy grande porque a los mamíferos, que es lo que somos, no nos gustan los cambios. Pero si lo que quieres es que la gente se esté duchando y que al mismo tiempo le entre la luz natural, para eso necesitas un modelo de ciudad como Benidorm, donde tengas mucho espacio, donde puedas hacer un edificio muy esbelto en el que todas las estancias tengan contacto con el exterior. Si, por el contrario, apuestas por un modelo de baja altura, de baja densidad, lo que vas a tener son sitios con patios de luces, con calles estrechas, que no te van a permitir vivir con tranquilidad. Entonces, ¿hay que destruir todo ese tejido? ¡No! Pero es lo mismo que sucede con las barracas: El Cabanyal me encanta porque, si os fijáis, las distancias entre las casas son múltiplos porque entre barraca y barraca se dejaba un sitio para la paja, llamado escalà, y tenías media barraca, una o una y media, dependiendo de lo que heredaras. El tema es que eso evolucionó. Si alguien hubiese dicho “no, no puedes construir tu casa de ladrillo, tiene que seguir el método tradicional”, hubiese sido un fastidio para la gente. Entonces creo que las cosas tienen que evolucionar.
Estamos tan cómodas en el barco -casi mecidas- y absortas en la conversación que no nos damos cuenta de que viene una ola provocada por el paso de otro barco cercano y casi nos hace caer. Fran y Pedro ni se inmutan. Son, definitivamente, hombres de mar.
MARÍA - ¿Cómo tienes esa capacidad de captación de talento?
FRAN - Al dar clase en el máster y en la Universidad Politécnica, tengo acceso al talento más joven. Eso me permite detectar a gente muy brillante, muchos de los cuáles acaban trabajando en mi estudio.
ALICIA - Y tan válidos, porque a veces el concepto de joven va ligado al de inexperto, y es totalmente lo contrario. Es muy interesante todo lo que te aportan, lo conectados que están a todo, etc.
MARÍA - Y la transversalidad para hacer proyectos tan variados como los que haces, porque estás haciendo desde barcos a edificios unifamiliares, casas modulares… y no todo sale de tu cabeza.
FRAN - A ver, en el estudio hay arquitectos mucho mejores que yo, eso lo tengo clarísimo. Hay gente joven con mucho talento.
ALICIA - Pero eso es tan difícil de decir... No todo el mundo lo reconoce con esa tranquilidad.
FRAN - Imagínate que fuese deportista. Diría “de acuerdo, soy jugador de tenis y juego bien, pero si llega alguien como Rafa Nadal y que, además, juego en un equipo con él, pues mucho mejor”. No lo voy a rechazar a nadie porque sea mejor.
MARÍA - Te quería preguntar por inHAUS y por la colaboración que habéis tenido con ellos.
FRAN - En nuestra vida se ha democratizado todo, desde la alimentación, el automóvil, la tecnología, etc. Todo menos la arquitectura. ¿Por qué? Es el bien más caro, es en lo que más invierte una persona en su vida, y es lo que menos interacciones tiene. Es decir, uno no se cambia de casa como se cambia de ropa. Llevamos unos 100 años de diferencia con el mundo del diseño de producto, pero no son mundos tan distintos. Ahora mismo se puede hacer una analogía muy clara entre la aparición de las Arts and Crafts y los movimientos de diseño industrial: hubo una polémica tremenda. Es la misma polémica que va a haber ahora entre la artesanía y la industrialización. Son mundos que tienen que coexistir. Nosotros pensamos que es necesario industrializar la arquitectura: se trata de un sector que aún está trabajando con las ineficacias de la artesanía. Aunque también haya aciertos y la investigación artesanal sea fantástica.
MARÍA - Y la industrialización tampoco quita la artesanía en este caso.
FRAN - Hay determinados clichés o formas de pensar que hay que desterrar. Una de ellas es que la sistematización del proceso supone la sistematización del resultado, y no es así. En el mundo arquitectónico da la impresión de que lo es. Otro axioma importante es el relacionado con la cantidad y la calidad. Si hablas de artesanía, esto está reñido. Si, en cambio, hablas de industria, no. Es decir, da igual cuántos iPhone hayan fabricado en el mundo, no por ello el mío va a ser peor. Cuando uno está en economías de escala es cuando se puede favorecer a todo el mundo. Pero claro, eso parece que va en contra de lo local.
ALICIA - En el tema de la arquitectura prefabricada, ¿qué oportunidades ves en relación a la evolución de las personas con su casa?
FRAN - Muchas, sobre todo desde el momento en que tú puedes agregar piezas y la puedes hacer crecer. Hay que pensar que todo el sector está trabajando con sistemas constructivos. Por ejemplo la barraca es un sistema constructivo, tiene la pendiente justa para que el material con el que estás trabajando sea impermeable. Con un poco menos, el agua entraría; con un poco más, no funcionaría. El noventa por ciento de las viviendas de la periferia urbana están construidas con bloques de hormigón, con teja árabe, con vigueta y bovedilla, etc. Todos son sistemas constructivos. El tema es que esos sistemas se pueden mejorar, se pueden industrializar.
MARÍA - ¿Crees que el futuro también pasa por la construcción prefabricada de edificios?
FRAN - Sí, yo creo que el sector ahora mismo está concentrado en eso, lo vimos en la Feria Rebuild de Barcelona. Se trata de optimizar. En España se hacen un millón de reformas al año con una media de 50.000 euros por reforma, por tanto tenemos un sector que mueve 50.000 millones de euros al año.
ALICIA - También es importante tener un liderazgo en ese aspecto porque puedes marcar estelas de otras democratizaciones.
FRAN - Totalmente. Me acuerdo una vez en que estábamos montando una exposición de diseño con Andrés Alfaro Hofmann. Era una representación de lo que había sido el diseño de producto de movimiento moderno. Entonces se nos acercó un señor y nos dijo “esto no es la historia del mobiliario en España, porque yo he vivido siempre en España y esos muebles no los he visto nunca”. Y tiene toda la razón del mundo, no formaba parte de su historia, de su idea, y seguramente exista una historia que habla de qué muebles había realmente en España que no tenga nada que ver ni con la silla Barcelona, ni con nada similar. Lo que quiero decir es que con el mundo de la arquitectura puede pasar un poco lo mismo. Lo interesante es que eso sea lo cotidiano, que el diseño sea lo cotidiano e impregne la sociedad. Por ejemplo, cuando vas a Milán, te das cuenta que los milaneses visten de otra forma.
MARÍA - Tiene que ver con lo que siempre dice Marisa Gallén: la democratización de la belleza. Pasa lo mismo con la comunicación gráfica: si a la gente le ofreces durante años la excelencia, el día en que esa excelencia cae, la gente se te echa encima. De ahí la importancia de sensibilizar a las administraciones para que entiendan la importancia de contratar diseño.
FRAN - Se trata de cultura visual, de cultura del diseño. Y en València está. Ojalá la capitalidad mundial sirva para ponerlo de manifiesto.
Pedro Encabo se acerca para ver cómo estamos y nos hace sentir como sus invitadas, en casa. Nos vuelven a sorprender su vitalidad y buen humor. Nos cuenta que el suyo es un trabajo algo solitario pero muy afortunado: “Muchas veces tengo que salir a hacer maniobras y estoy yo solo. Pero cuando mando fotos de días con un sol como el de hoy ahora que en Madrid ya hace tanto frío, ¡no se lo creen!”. Bromeamos con sumarnos a esas maniobras y volvemos al tema de Topaz, el barco en el que se desarrolla la entrevista.
MARÍA - Por cierto, ¿cómo llegó este barco a València?
FRAN - Mediante una subasta.
ALICIA - ¿Entonces contaron contigo para rehabilitarlo?
PEDRO - Se compró para leña. Ha habido mucha inversión de dinero pero también muchas horas de trabajo.
ALICIA - ¿Cuánto tiempo?
PEDRO - Yo llevo tres años en el barco. Cuando yo vine estaban hechas un montón de cosas importantes como la motorización, los tanques, etc.
FRAN - Yo diría que han sido cuatro o cinco años de trabajo…¡y no está acabado!
MARÍA - No sé cómo será en el futuro, pero tiene una estética romántica que me gusta mucho.
ALICIA - Sí, cambia la estética entre el exterior e el interior.
FRAN - Eso es, entras dentro y ves otra cosa. Es como si coges un edificio de 1900 y lo restauras por dentro y por fuera. Aquí es como si lo hubiésemos restaurado por dentro, pero por fuera lo hubiésemos mantenido.
ALICIA - ¿Y qué tal ha sido la experiencia de elegir mobiliario?
FRAN - Mira, ¡ese fue el invento del siglo! Cuando íbamos a hacer el shooting, fuimos a GandiaBlasco para ver qué tenían, y empezamos a llevarnos de todo. Cuando trajeron los sillones de GAN y vimos que tenía forma de cuña, pensamos “esto ni adrede nos sale tan bien”.
PEDRO - Claro, porque si fueran rectangulares ya no entrarían. Pero así quedan perfectos.
ALICIA - ¡Estás totalmente metido en el proceso!
PEDRO - El capitán sí que se dedica al mantenimiento, a las reformas, etc. Pero esto no es una reforma, esto es…
ALICIA - ¡Un proyecto de vida! (risas)
PEDRO - Ha sido duro, sí.
MARÍA - Lo de la flota sería chulo. Poder hacer una flota de barcos…
FRAN - Me parece que la idea es bonita. Nosotros utilizamos el barco como embajada de València. La gente cuando llega y ve esto se lleva una impresión de la ciudad que nosotros no tenemos.