Canoa Lab: Remar hacia ninguna dirección concreta (y aún así, llegar)

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Trabajar con la manos es una rara poética que ayuda a nuestro cerebro a superar el estrés, a resolver problemas y, además, a crear valiosísimas obras de arte que nos remiten a paisajes y mundos que nunca habitaremos. Lo que hacen los artesanos y artistas de CANOA-lab tiene algo que ver con esta idea de traspasar tiempos y fronteras sólo a través de objetos que, colocados en los lugares sagrados de nuestros hogares o nuestros cuerpos, nos hacen ser otros. Dice la diseñadora Patricia Urquiola que “un diseñador es alguien que escucha, mientras que un artista envía mensajes sobre el estado de las cosas”. Lo insólito de los fundadores de CANOA-lab -Raquel Vidal y Pedro Paz- es que sitúan en el misterioso vértice que funde la escucha con la comunicación, lo activo y lo pasivo, el arte y la introspección.

 

Hemos llegado temprano y el barrio de Ruzafa aún duerme. Raquel y Pedro nos están esperando ya en su estudio que, más que un taller de artesanos me hace pensar en Japón. La calma, el orden y la blancura, unidos a estas piezas tan orgánicas, tan familiares, nos hacen sentir relajadas. Instintivamente nos arrellanamos sobre la gran mesa que, como una gran isla, domina todo el espacio. Invita a sentarse y conversar:

RAQUEL - Cuando vinimos aquí pensamos que nos merecíamos ya un mobiliario algo más sofisticado, una versión más sintética y contemporánea de lo que habíamos tenido hasta entonces. Queríamos un espacio versátil: aquí es donde sucede casi todo y donde más compartimos con la gente, donde planeamos conjuntamente qué se va a hacer en cada sesión de trabajo. Aquí Pedro y yo tomamos la mayoría de decisiones. 

PEDRO - La mesa es el corazón del espacio. Alrededor se distribuye el resto. Luego tenemos una zona de exhibición, que es donde están las cosas más pequeñas. 

PAULA - Claro, estas vitrinas tienen mucha historia y son en parte culpables de que estemos hoy aquí, ¿no es cierto?

RAQUEL - Estas vitrinas las construímos para un proyecto anterior a Canoa. Nos dieron una beca en Las Naves, donde trabajamos en un proyecto llamado “La memoria del cangrejo”: una instalación audiovisual para la que construímos estas tres vitrinas. Era una exposición colectiva y aquel proyecto hizo que todo tomara una nueva dirección. Hasta entonces, lo que más hacíamos era instalación y audiovisual, escultura en pequeño formato, etc. Trabajamos un año en aquel proyecto y estuvo expuesto un mes, pero fue algo decepcionante en el sentido en que nos faltó diálogo con el espectador, no había feedback, lanzamos una propuesta de la que no recibimos respuesta. Esto pasa mucho en plástica: cuelgas tu pieza en una pared y, a partir de ahí, ¿qué? 

PEDRO - Es muy complicado que un artista plástico se pueda comunicar de manera directa con el espectador sin que haya un intermediario, ya sean galerías o instituciones. El feedback de la gente que venía al espacio cuando empezamos a hacer las primeras piezas fue infinitamente mejor que el que habíamos recibido hasta aquel momento. Al no haber intermediarios, la comunicación es directa y va de otra manera, no planteas los proyectos para que se detengan en un punto y se expongan, sino que pasan a formar parte de un continuo. Así, el feedback es también continuo, hay una especie de bichito que va creciendo y mutando, y la gente tiene la posibilidad de comunicarse contigo constantemente. 

PAULA - Por lo que decís, presiento que Canoa es un proyecto vivo y en constante evolución. 

RAQUEL - No es casual que el nombre de Canoa tenga que ver con navegar a la deriva. Se trata de una embarcación primigenia, dependiente de la energía humana, en la que la proa y la popa son iguales: nos sentimos muy identificadas con esa forma de no apuntar a ninguna dirección concreta. Siempre decimos que los objetos que hacemos ahora no son el fin último de nuestro proyecto. Ahora estamos convirtiendo nuestro trabajo en piezas metálicas, de cerámica y de joyería, pero no necesariamente va a ser esto siempre. ¡O sí! No lo sabemos. Igual dentro de cuatro años hacemos otra entrevista y estamos trabajando con tejido, papel o flores. 

PEDRO - La idea era montar una estructura profesional que fuera flexible y que no respondiera a parámetros fijos, algo para ser y hacer lo que nos apeteciera. Ahora los procesos están tomando forma como objetos de cerámica y metal, pero, como decía Raquel, puede que en un tiempo sea la madera, el tejido o la literatura. La estructura está montada para poder mutar y desarrollarnos en cualquier otra dirección. 

RAQUEL - No hay solo una opción que nos guste, nos interesan muchas y muy distintas. Da la impresión que la vida está montada para que sepas a qué quieres dedicarte desde que eres pequeña, una presión demasiado exigente. ¿Por qué debemos ser una sola cosa? Nosotras no somos ceramistas, ni joyeras, ni fotógrafas, pero nos gusta hacerlo todo. La sociedad está acostumbrada a la definición concreta de lo que haces. Al principio notamos que no se entendía muy bien de qué iba todo esto porque, además, nos definíamos de una manera muy ambigua. Con el tiempo hemos ido poniendo las cosas algo más fáciles porque la inconcreción suponía un hándicap para nosotros. La gente se acercaba con dudas, sin saber muy bien qué ofrecíamos. Es más, nosotros nos definimos como “cartógrafos” porque nos gusta mucho ir uniendo cosas hasta conseguir un mapa sobre el que movernos, pero no se trata de cartografía literal, sino metafórica.

PEDRO - Desde hace tiempo nos hemos visto atraídas por el atlas de Warburg, que planteaba una ruptura lineal de la historia, principalmente del arte. Por poner un ejemplo, se unían imágenes del s. XII con otras contemporáneas tratando de hallar relaciones y de sacar las obras de sus contextos. Al fin y al cabo se trata de algo vivo, el pasado no ha de ser algo muerto, sino una herencia. Hoy en día trabajamos con la herencia cultural del pasado. Mucha gente se refiere a ese tipo de relaciones como “pastiche”, pero creemos que a día de hoy todo es más o menos pastiche, todos tenemos referencias estéticas y culturales con las que vamos redefiniendo nuestras propuestas. 

MARÍA JESÚS - La verdad es que en el propio concepto de pastiche hay implícito un matiz peyorativo que no se entiende muy bien.

RAQUEL - Siempre hemos creído que todo lo que sucede hoy tiene relación con lo sucedido anteriormente. De hecho, trabajamos con un imaginario muy asociado a la Antigüedad: nunca habíamos construido objetos con fines utilitarios, y necesitábamos indagar en los orígenes de esos objetos para entenderlos. ¿Cómo nacen los objetos? ¿Por qué surgen y para qué? ¿Cuáles eran sus formas y sus nombres? Para responder a estas preguntas es necesario un trabajo de archivo y búsqueda que nos permita comprender lo que hacemos y así poder trasladarlo a la gente. Nuestro trabajo consiste en rescatar información, digerirla, mezclarla con nuestro propio imaginario y nuestra manera de mirar aquello que nos rodea, y producir material nuevo. 

PEDRO - De ahí el concepto de cartografía. Nos sentimos un poco arqueólogos. 

PAULA - Algo que todavía no habíamos comentado, precisamente es la importancia de la idea de tiempo y cómo se ve reflejada en vuestras piezas. 

RAQUEL - ¡Absolutamente! Al empezar nos dijimos “¿cómo podemos trasladar nuestra preocupación constante por el tiempo y el espacio? El Mediterráneo entra en juego en nuestro trabajo de esas dos maneras: físicamente y a nivel conceptual, relacionado con la idea de archivo. 

No es casual que el nombre de Canoa tenga que ver con navegar a la deriva. Se trata de una embarcación primigenia, dependiente de la energía humana, en la que la proa y la popa son iguales: nos sentimos muy identificadas con esa forma de no apuntar a ninguna dirección concreta. Siempre decimos que los objetos que hacemos ahora no son el fin último de nuestro proyecto. Ahora estamos convirtiendo nuestro trabajo en piezas metálicas, de cerámica y de joyería, pero no necesariamente va a ser esto siempre. ¡O sí! No lo sabemos.
— RAQUEL VIDAL

MARÍA JESÚS - Os queríamos preguntar por las personas que vienen a Canoa, ¿hay un denominador común entre ellas? 

RAQUEL - Creo que la curiosidad y el querer acercarse a cosas que forman parte de nuestra naturaleza. El ser humano es constructivo y necesita trabajar con sus manos, y eso es algo que atrae a la gente. 

PEDRO - Yo diría que en primer lugar atrae la actividad. Tanto el trabajo con metal como con cerámica forman parte de disciplinas con largas tradiciones y años. Son materiales que van de la mano y a su vez se asocian a todas las culturas desde sus inicios. Hay una vinculación directa con la sociedad y constituyen una especie de archivo sobre la misma, nos dan información sobre cómo vivíamos, qué hacíamos, cómo ha ido cambiando nuestra forma de trabajo, etc. Seguramente suceda lo mismo con la madera, pero se trata de un material que se conserva peor.

RAQUEL - Trabajamos con estos dos materiales porque, como dice Pedro, son los que han ido marcando el desarrollo de las sociedades. Creo que ese es un aspecto que también atrae a nuestras alumnas, aunque sea de una manera inconsciente. 

PAULA - Ahora que hablamos de vuestras alumnas, me gustaría hacer hincapié en el tema del género porque tengo la sensación de que el mundo de la artesanía se ha vinculado siempre a lo masculino. 

RAQUEL - Sí, y aquí pasa lo contrario, nuestras alumnas son casi todas mujeres: si bien el ámbito profesional es eminentemente masculino, este acercamiento al mundo de la artesanía es más bien femenino. 

PEDRO - A nivel profesional, seguimos a un montón de perfiles tanto de cerámica como de metal, que son mujeres. Sin embargo, en el nivel alto de la profesionalización, el grupo femenino se ve reducido a no más de cuatro figuras significativas. 

PAULA - Esto pasa también en el mundo de la cocina. 

RAQUEL - Sí, de hecho estos días hemos estado viendo la serie de Chef 's Table y todo son hombres. ¡Todos! 

PEDRO - Estamos en un época en la que el sector femenino está cogiendo fuerza y se está ganando esa voz que se le quitó tiempo atrás, pero en ciertos ámbitos el panorama está todavía muy poco evolucionado. 

RAQUEL - Había una chef que dijo “yo prefiero cerrar las ventanas de mi cocina porque ha habido gente que se ha levantado de la mesa al saber que era una chef la que estaba cocinando”. Qué desastre.

Tanto el trabajo con metal como con cerámica forman parte de disciplinas con largas tradiciones y años. Son materiales que van de la mano y a su vez se asocian a todas las culturas desde sus inicios. Hay una vinculación directa con la sociedad y constituyen una especie de archivo sobre la misma, nos dan información sobre cómo vivíamos, qué hacíamos, cómo ha ido cambiando nuestra forma de trabajo, etc.
— PEDRO PAZ

MARÍA JESÚS - Entiendo que hay también una reivindicación de la artesanía y del proceso manual en un mundo tan vertiginoso como el actual. Supongo que habéis notado que se está dando algo parecido a una vuelta a los orígenes. 

PEDRO - Sí, desde luego. De hecho nos han preguntado alguna vez por qué creemos que está de moda la artesanía. Entendemos que hay un auge, pero no es que se haya puesto de moda y la gente lo haya seguido, sino que ha habido una demanda o una necesidad de volver a tocar el material. 

RAQUEL - Creo que se ha llegado a un punto de colapso en ese mundo vertiginoso del que hablas, y la gente está siendo cada vez más consciente de la necesidad de parar. 

PEDRO - Por tanto, de esa necesidad surgen espacios como este, en los que se te permite trabajar y tocar con las manos, donde el tiempo se ralentiza y sirve como desconexión del mundo exterior…

RAQUEL - ¡El otro día una chica nos dijo que se había olvidado de que tenía un bebé de nueves meses! (risas). 

PAULA - Supongo que también tiene que ver con conectar con uno mismo, ¿no?

RAQUEL - Sí, son procesos muy introspectivos y, de hecho, ese fue uno de nuestros miedos al abrir. Nos preguntamos si seríamos capaces de ponerle palabras a lo que ambos sentimos cuando estamos trabajando. Nos dio algo de vértigo, pero el hecho de verbalizarlo nos ha permitido aprender muchísimo sobre nuestro propio proceso, sobre el porqué de ciertos actos o movimientos en nuestra forma de trabajar. 

PAULA - Creo que Canoa tiene una doble vertiente: por un lado ofrece una experiencia, y por otro, el resultado del objeto en sí. Por tanto, es una experiencia integral, completa. 

RAQUEL - Imagino que te refieres a que la gente lo vive con sus propias manos y, además, se lleva un objeto. En ese sentido, lo que nos gustaría realmente es trabajar más el desapego en relación a ese objeto, ya que en muchas ocasiones es un factor que genera miedo. La gente teme romper piezas o materiales, pero hay que tener claro, e intentamos transmitirlo en las clases, que esas roturas forman parte del proceso. Si pudiéramos trabajar solo con el proceso y tirar todas las piezas…

PAULA - Eso sería muy revolucionario. ¡Muy fallero! (risas)

PEDRO - Eso haría poner el foco en el proceso. 

RAQUEL - Claro, sin tanta tensión por saber si va a funcionar o no. 

PEDRO - Puedes salir de aquí, tropezarte y que se rompa la pieza. Al final lo que te va a quedar será el tiempo en que has experimentado con el material. 

MARÍA JESÚS - Me parece muy interesante la idea de la fragilidad, de lo efímero y lo leve. Quería que me hablarais de las disciplinas que se cruzan en todo el proceso. Hemos comentado acerca de la Antigüedad, de la antropología, y también percibo en vuestro lenguaje cierto discurso de género. ¿Cómo se cruza todo eso en los procesos? 

PEDRO - La verdad es que no sé si es bueno o malo el no centrarte en algo en concreto, pero para nosotros es muy curioso ir entrando en diferentes disciplinas y en distintos mundos. Hay momentos en los que la sociología o la antropología adquieren un peso importante en nuestra investigación, y otros en los que es la cocina lo que pasa a tener importancia. Nuestros discursos siempre están cruzándose entre sí. 

RAQUEL - Sí, además de una manera muy orgánica. Depende mucho de nuestra obsesión en cada momento. Por supuesto venimos de la plástica, pero no tenemos reparos a la hora de hacer inmersiones en el mundo de la antropología, la poesía, la literatura, la filosofía, el tiempo o el espacio. No sabemos en qué momento empieza una cosa y empieza la otra, en cada propuesta se mezcla todo de forma inconsciente. No es hasta el momento de la construcción misma cuando nos damos cuenta de las conexiones entre disciplinas. Creo que somos buenas conectoras, la verdad, porque nos gusta hacerlo. Ese es el motivo por el cual nos consideramos cartógrafas. 

PEDRO - Nuestro trabajo depende también de las personas que vienen y de lo que cada una de ellas tiene en mente. Nuestro trabajo, aunque tiene que ver con la plástica, también implica una función pedagógica, debemos acompañar en el aprendizaje y en la apertura a nuevos conocimientos. 

MARÍA JESÚS - De alguna forma sí estáis ejerciendo una pequeña labor de maestría, ¿no ?

RAQUEL - A nosotros nos gusta definirnos como acompañantes. De hecho, en las sesiones, la gente trabaja su propio proyecto sin que nosotros hagamos una propuesta. Más allá de la primera sesión, donde vemos cómo se desenvuelve esa persona con las manos o cuáles son sus intereses, cada una tiene que hacer su propio proyecto y nosotros ayudaremos a llevarla a cabo. Pensamos que la iniciativa propia es la mejor manera de aprender, viviendo el proceso constructivo de una pieza que tú mismo has escogido. Sin embargo, si nosotras te decimos que hay que hacer un cuenco de 15x15, con 25 cm de pie… Es muy probable que ese cuenco no te interese para nada y que, por tanto, no llegues a dar lo mejor de ti. 

PEDRO - Sí, además hay proyectos en los que quieren probar cosas que nosotros no sabemos hacer. Es interesante porque se demuestra que ninguna de nosotras está aquí para enseñar a nadie, sino que, como dice Raquel, somos acompañantes. 

MARÍA JESÚS - Entiendo que puede venir gente a la que le guste la literatura, otra la cocina o la física cuántica, y que a todas, dentro de la particularidad de cada una, los acompañáis de una manera parecida. 

RAQUEL - Sí, intentamos que cada uno atienda a su propia inquietud. Tenemos gente de perfiles tan distintos como pueden ser un químico y una abogada, y tratamos de ver de qué manera conectan entre sí.

PAULA - Debe de ser muy enriquecedor trabajar con perfiles tan diferentes. 

RAQUEL - ¡Claro! ¡Cada día una movida diferente! Aquí hay seis personas trabajando y cada una con su historia. Es muy enriquecedor ver cómo se relacionan entre sí, tanto para nosotras, que aprendemos mucho, como para ellas. Como decía Pedro, en ocasiones no conocemos el proceso para llevar a cabo lo que la gente quiere hacer, pero entonces colaboramos y juntas lo aprendemos.

PAULA - ¿Cómo afecta a Canoa el hecho de estar en Valencia, con su luz, y en Ruzafa en particular? 

PEDRO - No sé si la marca transmite un aire de Valencia. Tal vez más del Mediterráneo en general. También es cierto que si no estuviésemos en Valencia o en Barcelona, costaría más arrancar el proyecto debido a las redes que pueden generarse en las ciudades grandes. Creo que el proyecto responde más al Mediterráneo, a respirarlo, a sentir el color, las texturas y toda la tradición cultural que tiene y que es donde tenemos puesto el foco de atención. También donde están nuestros referentes más importantes. 

RAQUEL - De hecho nos gusta mucho ir al Museo de Prehistoria de Valencia, que tiene un archivo que conecta con las raíces mediterráneas sobre las que se asienta el proyecto. 

PEDRO - Valencia forma parte activa en el proyecto porque se trata de una ciudad muy amable. Estás dentro de una ciudad pero no es gigante, no te consume, por lo que te permite mantener un ritmo de trabajo y una calidad de vida muy agradables. Al contrario de lo que sucede en ciudades como Madrid, donde todo tiene que ser para antes de ayer, aquí los tiempos se dilatan. A parte, como movemos la producción fuera, en Europa, EEUU y Corea del Sur, al final da igual dónde estemos. Los gastos que uno puede tener en Valencia son bastante asequibles en comparación con los de Madrid o Barcelona. Como sede, Valencia es un muy buen punto. 

RAQUEL - Has preguntado por la luz, y es verdad que la tenemos muy registrada. Todas las imágenes de Canoa están bañadas por ella. De hecho, casi todo lo fotografiamos con luz natural. Cada vez que hemos trabajado con alguna fotógrafa ha sido en sesiones en exterior, por tanto la luz de Valencia está muy presente en Canoa. Por otro lado, nuestra visión del Mediterráneo es un poco marciana, con influencias de otros lugares y otros puntos de nuestro archivo visual previo.

PEDRO - Entendemos que esa mezcla de elementos funciona. En la fricción entre un aspecto más orgánico o cálido, y otro más frío o racionalista, puede surgir un interés visual. 

MARÍA JESÚS - La propia fricción entre cerámica y metal, ¿no?

RAQUEL - Sí, lo que pasa que a veces se le otorga la cualidad de frío al metal y no siempre resulta acertado. Te sorprendería lo amable que resulta a la hora de trabajarlo. Tiene la capacidad de enfriarse de forma muy rápida, pero a la vez es muy cálido. 

MARÍA JESÚS - Sí, incluso semánticamente se ha asociado a la luz metálica, a la temperatura, pero es verdad que eso puede cambiar. 

PEDRO - Trabajamos mucho por fundición, claro, un proceso puramente cálido. 

RAQUEL - Para trabajar con el metal, modelamos un material muy blando, la cera de abeja, lo que hace que resulte un proceso muy amable, que huele muy bien y que viene de algo muy orgánico. El metal no es solo lo que vemos, sino todo su proceso previo, que en definitiva es lo que nos atrapa tanto.

***

Quizás de eso haya ido toda la conversación: de cómo los procesos, tan parecidos a los ritos, nos configuran. Procesos que suelen ser lentos para lograr la perfección. Lenta también imagino la cocción del bizcocho que han preparado para nosotras al finalizar la entrevista. Raquel prepara un té matcha con la delicadeza y el tempo con los que hace su trabajo. Vierte el líquido sobre los vasos que ellos mismos han creado y al acercarme el té a los labios, noto el tacto frío y cálido de la cerámica. Con Pedro y Raquel aprendemos que lo lento, lo pequeño y lo que sucede hacia dentro suele ser siempre lo más importante de nuestras vidas.

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